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Reportaje:SINGULARES | Marian y James Womack

Chéjov pasado por Cambridge

Dos profesores de Oxford montan la editorial Nevsky para traducir literatura rusa

Marian tiene 35 años y es más nerviosa. Habladora y abundante en el gesto, la cara le cambia de color con facilidad. James, de 31, se mueve menos. Más despacio, en cualquier caso. Habla pausado, en equilibrio sobre el idioma, titubeando a veces y con un ligero acento angloandaluz. Pero al igual que su mujer transmite entusiasmo. La ilusión y un persistente sentido del humor son el principal patrimonio de los Womack, una gaditana y un inglés profesores en Oxford y Cambridge empeñados en ganarse la vida editando libros de autores rusos o en torno a la cultura rusa en Madrid. Nevsky Prospects, se llama el proyecto. La editorial, Pequeña editorial.

Hasta la fecha, la empresa tiene éxito. Un año, un bonito catálogo multicolor y muchas cajas de embalaje después, la cuenta de resultados está equilibrada. Aunque las cifras y los Womack no parecen casar con facilidad y los libros de contabilidad no están entre sus prioridades. "A veces se nos olvida que es un negocio", concede ella ante la mirada algo irónica de James. "Algo, sí", musita.

"La vida académica era un poco malsana. Hay muchas puñaladas"
El plan se fraguó con 3.000 euros y un contacto en la agenda
"No sabe el trabajo que da la gente relacionada con lo literario"
Su frenético ritmo de trabajo incluye viajes a Rusia a husmear librerías
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La historia de Nevsky comienza al poco de terminar su vida en Inglaterra. "Ambiente malsano, puñaladas, muchas emociones y poco espacio físico", es el resumen a vuelapluma del entorno del departamento académico que hace Marian. Su biografía estaba enfocada a la universidad desde que salió de Cádiz a Glasgow hace 12 años. El colofón estaba escrito: dar clases de literatura, escribir artículos en revistas especializadas, impartir seminarios, preparar monografías. Él tiene impreso un sesudo pero agudo estudio sobre el poeta W. H. Auden, legado de su doctorado. Impartía cursos de teoría literaria en Oxford. Pero algo se quebró en la línea que les conducía a la cátedra. Y desembarcaron en Cádiz con la intención de montar una librería. Eso fue en 2008. "Estábamos hartos", resume Marian. Pero ese modesto negocio no fructificó. Y se les ocurrió dar un salto mortal: fundar su propia editorial. "Y además, de ruso". Ambos son traductores en esta lengua.

El plan se fraguó con 3.000 euros encima de una mesa y un contacto en la agenda. El editor Enrique Redel, de Impedimenta: "Él ha sido nuestra verdadera arma para montar el negocio", confiesa Marian agradecida a su mentor. Tenían ideas, "ideas buenísimas", recalca James ante la risilla de su mujer por la aparente falta de modestia. Pero no tenían un mapa para moverse en el mundo de los números. "De libros y edición sabíamos porque habíamos hecho muchas traducciones para otras editoriales, pero de negocios no tanto", explica ella.

La pareja vive en el centro de Madrid, pero su agenda no les permite mucho tiempo libre. "Mi móvil empieza a sonar a las siete y media de la mañana", desgrana Marian, que se encarga de todos los asuntos prácticos del negocio. "Yo soy el cerebro", apunta él con cierta ironía. También da clases en la Universidad Complutense de Madrid sobre literatura y cultura inglesas. "Ese trabajo nos ha venido muy bien porque da un poco de estabilidad económica, que no es precisamente lo habitual en esta clase de negocios", confiesa Marian.

"No sabes el trabajo que da la gente relacionada con los libros", insiste Marian con una sonrisa indulgente al pensar en sus colaboradores y sus egos y sus peticiones y enfados "insospechados". James, con su carácter inalterable, ha tenido que tranquilizar a alguno con una taza de café mediante. "En el ámbito literario hay tendencia a mezclar lo personal con lo profesional", diagnostican ambos.

En esa frenética agenda también se incluyen viajes a Rusia para husmear por las librerías y ampliar un catálogo que no se ha querido contentar "con la cima de la literatura rusa, sino con otros muchos títulos esenciales que o no estaban traducidos o lo estaban del francés o de otros idiomas", se explaya James.

Un catálogo cuyo mayor éxito es Estrella roja, de Alexander Bogdanov. Una peculiar historia de ciencia-ficción. Pero los títulos esconden a Fiodor Dostoievski, a Anton Chéjov (en una audaz edición con cuentos comentados por escritores españoles) o a Nadezhda Teffi o Alexander Grigoróvich.

Su casa, cerca del Conde Duque, acumula cajas con los libros apiladas en el pasillo, "cada vez más estrecho", y miles de volúmenes almacenados en una vida dedicada a la lectura y al estudio vocacionales. "A los gatos les encantan las cajas, para rascarlas y eso. También para tumbarse allí", dice ella, que solamente lamenta, medio en serio medio en broma, no tener espacio "ni para poder poner un mueblecillo para mis tazas". Él, medio en broma, le afea su discurso: "¡Cómo te puedes preocupar por un mueblecillo!". Por el momento, el mueble de la discordia tendrá que esperar. La casa de los Womack es su oficina y su almacén. Todo en uno. Del mismo modo que Marian es secretaria, traductora, ideóloga y jefa de prensa. Todo en uno.

Marian y James Womack, profesores de Oxford y Cambrigde, han elegido Madrid para abrir una editorial de autores rusos.
Marian y James Womack, profesores de Oxford y Cambrigde, han elegido Madrid para abrir una editorial de autores rusos.ÁLVARO GARCÍA

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