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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Bob Guccione, fundador de la revista 'Penthouse'

Se hizo rico con su apuesta por el desnudo integral femenino y después lo perdió todo

Desnudo frontal e integral femenino. Esa fue la apuesta de Bob Guccione para montar uno de los imperios editoriales más grandes del pasado siglo erigido sobre el pilar de su revista para adultos, Penthouse. Sin embargo, el fotógrafo, que murió ayer , 21 de octubre, en un hospital de Plano (Texas), a los 79 años, tras una larga lucha contra el cáncer de garganta, en realidad lo que quería haber sido era pintor.

La revista Forbes calculó en 1982 el patrimonio de Guccione en 400 millones de dólares (casi 290 millones de euros), aupado por unas ventas de las revistas que oscilaron entre los 2.500 y los 2.900 millones de euros en los años en que él fue el responsable de la publicación. Sin embargo, un rosario de malas inversiones, sumado a una brutal deuda con la Hacienda estadounidense —aunque él siempre mantuvo su inocencia y en 2004 dijo en una entrevista en la revista británica The Observer que jamás "había escatimado un centavo" a las arcas públicas— dieron al traste de su fortuna y falleció prácticamente en la ruina.

Robert Sabatini Guccione nació el 17 de diciembre de 1930 en el barrio neoyorkino de Brooklin, en una familia de ascendencia siciliana. Fue monaguillo en la zona residencial de Nueva Jersey donde creció, y después entró en un seminario, pero la testosterona, como se recuerda en The Observer, pudo más y se casó con apenas 18 años. Tuvo su primera hija, Toni, y aquel matrimonio temprano naufragó. Guccione aprovechó para irse a Europa para materializar su sueño: ser pintor. A ello se dedicó en París, Roma y hasta estuvo en Marruecos. Sus cuadros tenían un cierto estilo fauvista, un impresionismo lleno de color, e iba viviendo de ello.

El amor se cruzó de nuevo en su camino y conoció a Muriel, una joven inglesa, con la que se mudó a Londres, se casó de nuevo y aparcó su vocación para dedicarse a llevar una cadena de lavanderías de autoservicio.

Siempre obsesionado con romper las fronteras de los tabúes sexuales, se le ocurrió en 1965 hacer una pequeña revista con fotos de mujeres totalmente desnudas, sin los disimulos a los que tenía acostumbrados a los lectores su principal referente, el Playboy de Hugo Hefner. Las fotos las tomaba él mismo, con una Nikon con objetivo de 35 milímetros. Para la edición pidió un crédito de 700 libras (unos 800 euros), y para enviarla, utilizó la lista de correos de una vieja agenda, como recuerdan varias agencias de noticias.

Esta elección le salió cara por una parte, porque la "indecente" revista llegó a clérigos, antiguas alumnas de un colegio, jubilados y hasta a esposas de miembros del Parlamento británico. La multa resultante le costó 190 euros. Sin embargo, por otra parte, el escándalo le proveyó de una publicidad gratuita y las primeras 120.000 copias de Penthouse se agotaron en días. Cuatro años después, de nuevo divorciado y casado con una bailarina exótica (erótica) que aparecía en el segundo número, Kathy Keeton, llevó la revista a Estados Unidos y ese fue el despegue definitivo de su éxito.

Lo que le había llamdo la atención de Keeton fue que "en vez de tener su camerino lleno de fotos, horóscopos y cositas clavadas con chichetas" afirmó en 2004, " la decoración, casi espartana, incluía un Financial Times y una revista científica".

Su afición por la ciencia fue lo que unió a este tándem hasta la muerte de ella, en 1997, a causa también de un cáncer. La supervivencia del matrimonio fue posible, según algunos colaboradores cercanos citados por The Observer, gracias a que Guccione siempre procuraba estar acompañado por una tercera persona en sus sesiones de fotos con las modelos para evitar cualquier tentación.

En sus años de mayor éxito vivió en una enorme casa en el número 12 de la calle 67 Este de Manhatan, que, por cierto, no era un ático —penthouse significa ático en inglés—. Lo llenó con su pasión, el arte. Cuadros de muchos pintores modernos, desde el primero que compró en una subasta londinense, un Degas que reflejaba a una mujer tomando un baño, pintada a pastel, hasta obras de Renoir, Chagall, Matisse o los españoles imprescindibles Picasso o Dalí, e incluso una virgen de El Greco. Además, la casa estaba llena de bustos y estatuas clásicas de emperadores romanos, César Augusto, Nerón o Calígula.

Precisamente uno de sus fracasos financieros fue la película del mismo título —interpretada en 1979 por Malcolm MacDowell, Hellen Mirren y Peter O'Toole, entre otros— que rechazaron los distribuidores por las escenas explícitas de sexo lésbico o de incesto. Perdió 12,5 millones de euros. Sin embargo, fue una de las más vendidas cuando pasó a DVD.

La revista tuvo éxitos clamoroso, como cuando publicó las fotos de Madonna tomadas cuando la cantante todavía no era famosa y se ganaba la vida como modelo. otro tanto le pasó a Vanessa Williams, la primera afroamericana que llegó a Miss Estados Unidos, y que a cuenta de la publicación perdió su corona. Para Penthouse, en cambio, el saldo fue de 10 millones de auros.

Todo se volatilizó cuando, a los 80 millones de dólares (más de 57 millones de euros) de deuda con Hacienda se sumaron las pérdidas de su intento de lograr la fusión nuclear —en su pasión científica compartida con su tercera esposa—, más los fracasos de publicaciones como Viva, destinada al público femenino y que incluía fotos de homrbes desnudos; o una revista científica y otra de avances en temas de salud.

Sus obras de arte, valoradas en más de 150 millones de euros, terminaron malvendidas. El férreo siciliano, tímido hasta la extenuación, como le describían dos de sus cinco hijos, que acabaron enemistados con él cuando decidieron montar sus propios proyectos empresariales, terminó sus días lejos de su poryecto, pero consiguió, en 2003, exponer su obra en el Museo de Arte de las Vegas: "Muchos pensaban que yo era un pornógrafo unidimensional, y se sorprendieron al comprabar de de verdad, fui un pintor".

Bob Guccione, en su casa de Manhattan, en 1993.
Bob Guccione, en su casa de Manhattan, en 1993.GETTY

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