Muerte artística del protagonista
Creadores de varias disciplinas juegan a borrar los personajes de obras conocidas
Mientras muchas películas basan su éxito en la presencia de una superestrella, algunos van a la contra y se dedican a rehacer los filmes sin los actores. En su corto Ya viene, aguanta, riégueme, mátame, el colectivo audiovisual Los Hijos (www.loshijos.org) recoge cuatro secuencias emblemáticas del cine patrio (el tren que llega al comienzo de El espíritu de la colmena, el puente de la M-30 en el que se cuelgan los asilvestrados chavales de Historias del Kronen, el basurero regando a Carmen Maura en La ley del deseo, la escena final de Amantes) filmadas sin iluminación, ni edición de sonido... ni actores. Solo se subtitula con los diálogos originales. Así, por ejemplo, se puede leer el texto de Carmen Maura ("¡Riégueme, riégueme!") incitando a un basurero a empaparle aunque lo único que vemos es una anodina pared del cuartel de Conde Duque, Madrid, donde Almodóvar situó la escena. "Los exteriores en el cine español están planificados como si fueran decorados de teatro, muy bien iluminados, muy cuidados", dicen desde el colectivo, "con este vaciado reivindicamos el cuidado por la ubicación geográfica tal como es, que está un poco abandonado".
Que se rodase un remake de El bueno, el feo y el malo, el spaghetti western que Sergio Leone estrenó en 1966, no sería nada extraño. Lo raro es que se haya rodado pero sin bueno, sin feo y sin malo. Lo ha hecho el artista Sergio Belinchón (1970), que recorrió de nuevo las localizaciones originales (sobre todo Almería, pero también Madrid y Burgos) y rodó plano por plano la misma película, con el mismo metraje, 2 horas 42 minutos. Eso sí, sin actores: falta el rostro pétreo de Clint Eastwood y la mirada aviesa de Lee Van Cleef, lo único que se ven son los áridos paisajes del muy cinematográfico desierto almeriense y los decorados del poblado far west de Tabernas. Oírse se oye todo: la celebérrima banda sonora de Ennio Morricone, el galopar de caballos fantasma, los diálogos despiadados y esos disparos tronando contra el cielo inmaculado. Se puede ver en la exposición Desplazamientos, en La Casa Encendida de Madrid.
Hay precedentes para tanto protagonisticidio: el artista holandés Martijn Hendricks eliminó en 2008 digitalmente las violentas aves de Los pájaros de Hitchcock. Es inquietante ver a los felices estadounidenses de los sesenta revolverse de dolor y terror ante el ataque de la nada. El resultado es propio de los miedos de la guerra fría, se titula Give us our daily terror (algo así como Danos nuestro terror de cada día). Puede verse en YouTube.
Y para rizar el rizo, en el libro Garfield minus Garfield (Ballantine Books, 2008) se eliminó al perezoso gato de las tiras, dejando solo a su dueño. Al final resulta, según dicen en el blog que traduce esas tiras al castellano (Garfield sin Garfield), "un cómic muy profundo cuyos temas giran alrededor de la esquizofrenia, el desorden bipolar y el vacío existencial de la vida moderna". Ver a Jon Arbuckle sin su inseparable mascota, hablando solo, dirigiéndose a nadie da un poco de cosa.
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