Aznar se adapta al cambio
Visto el asunto con perspectiva, es evidente que a Aznar le preocupa y ocupa el cambio climático mucho más de lo que parecía. El ex presidente del Gobierno español fue tachado de negacionista por afirmar que los políticos, ecologistas y científicos que se empeñan en explicar las catastróficas consecuencias del cambio climático son unos "abanderados del apocalipsis" que pretenden imponer una nueva religión que no admite opiniones libres y discrepantes como la suya. Cabía deducir de tales palabras que José María Aznar dudaba de la misma existencia del cambio climático y, desde luego, de sus nefastas consecuencias.
Pero el tiempo pone casi siempre las cosas en su sitio. Para cuando se mostró tan escéptico, en 2008, sobre el cambio climático, ya estaba trabajando para un fondo de alto riesgo llamado Centaurus Capital que pretendía analizar, justamente, los efectos del cambio climático en las empresas. De modo que sí, el calentamiento global era una realidad a estudiar y, como explicó entonces el presidente de ese hedge fund, Bernard Oppetit, era sumamente interesante contar con la visión de ex primeros ministros como Aznar.
Pero es ahora, al fichar como presidente del consejo de Global Adaptation Institute, cuando el ideario de Aznar cobra sentido y puede ser cabalmente entendido. Esta organización quiere dedicarse a analizar las medidas de adaptación al cambio climático bajo el enfoque de la resiliencia, que es, según los psicólogos, la capacidad de superar una tragedia saliendo incluso fortalecido de ella. A renglón seguido, esta organización proclama que adaptarse al cambio climático va a requerir inversiones públicas y privadas de entre 150.000 y 200.000 millones de dólares al año. O sea, un montón de pasta.
En definitiva, el negacionismo de Aznar no es más que un enfoque distinto del problema. Él supo adivinar que los catastróficos efectos del fenómeno traían bajo el brazo bondades sustanciosas para algunos hombres de negocios como él. También por ello quizá debiera matizar ahora un tanto sus opiniones. Si no hay catástrofe a la vista, quizá haya más resistencia a desembolsar tantos fondos para adaptarse al cambio; climático, por supuesto.
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