Una grieta en el mausoleo de Mao
El capitalismo salva al comunismo. La prosperidad de la economía china es el cemento sobre el que se asienta el férreo dominio del Partido Comunista. Como en la España franquista del desarrollo, el acceso de unas nuevas y multitudinarias clases medias al consumo y al incipiente bienestar neutraliza las tensiones sociales y la actuación de las escasas energías de quienes se oponen al régimen. Aunque China cuenta con una ventaja adicional: el papel crucial de su economía, como pieza fundamental del capitalismo globalizado, actúa como escudo internacional que protege al Gobierno de las presiones excesivas y de las campañas en contra de sus violaciones de derechos humanos y de sus abusos de poder.
Las críticas y los ataques al régimen tendrán así efectos contraproducentes y favorecerán a los más duros, que contarán entonces con motivos para cerrar la mano si acaso la habían abierto en algo. Tal es el argumento que esgrimen sus defensores y, aunque parezca mentira, también buena parte de la opinión pública internacional. El desarrollismo democrático creía en los efectos benéficos del crecimiento económico, que se traducirían en algún momento en una especie de epifanía liberalizadora, hasta el momento inexistente. Al contrario, la evolución china apunta hacia la instalación de un capitalismo sin democracia, que se consolida en momentos como el de la actual crisis en la que China se revela como una superpotencia económica imprescindible, a la que hay que agradecer la compra de deuda soberana europea y americana y rogar humildemente que abandone el dumping que significa su moneda infravalorada.
De ahí la oportunidad y acierto de este Nobel de la Paz para el disidente Liu Xiaobo, condenado a 11 años por defender la libertad de expresión y el pluralismo político, pues es una muestra de escepticismo respecto a la consolidación del capitalismo iliberal chino. Una economía sana y competitiva necesita las reglas del Estado de derecho y las libertades indivisibles que necesariamente deberán alcanzar a la esfera política. La carta de 23 ex dirigentes comunistas a favor de la libertad de expresión indica que Noruega ha dado en la diana. Este premio Nobel interpela al propio primer ministro Wen Jiabao, que fue mano derecha del Gorbachov chino, Zhao Ziyang, purgado por su solidaridad con los estudiantes de Tiananmen en 1989. Los sucesos de la plaza pequinesa donde reposan los restos de Mao se iniciaron a raíz de la muerte de Hu Yaobang, el patrono reformista de Zhao y de Wen. El actual primer ministro ha superado todas las purgas y ahora se espera de él, cuando le quedan apenas dos años de mandato, pues la sucesión está prevista para 2012, que los utilice para aplicar finalmente el programa reformista y liberalizador de sus dos maestros.
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