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Reportaje:

Los deberes del Zinemaldia

- El certamen deberá superar la competencia para poder mantener la clase A - "Lleva años fuera del grupo de festivales globales", opina un crítico de 'Variety'

Más de dos semanas después del cierre de la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián, la organización trabaja ya para preparar la del año entrante, que será la 59ª. La mayoría de los medios informativos han coincidido en que, en un año marcado por la crisis, el nivel medio de las películas que se presentaron al certamen fue medio o directamente bajo. Salvo la presencia de Julia Roberts para recibir el Premio Donostia o la emotiva entrega del Premio Zinemira a Álex Angulo, el certamen ha vivido un año de transición.

A partir del 1 de enero de 2011, José Luis Rebordinos tomará el testigo de Mikel Olaciregui y deberá enfrentarse a varios retos para consolidar una de las citas culturales más importantes de Euskadi.

Reubicar el Zinemaldia

"Mantener la clase, presentando un certamen de carácter competitivo de primer nivel, pero no especializado, es un reto mayor". Así lo cree el concejal de Cultura donostiarra, Denis Itxaso.

La idiosincrasia del festival de Toronto, en el que no se entregan premios, sino que se muestra una serie de películas para que las distribuidoras las compren, está situando a las citas de Venecia y San Sebastián, que se celebran todas ellas en unas fechas próximas a la muestra canadiense, contra las cuerdas.

Esta tesitura obliga a San Sebastián a llegar a acuerdos estratégicos con la muestra canadiense para mantenerse en la clase A, la principal de las muestras cinematográficas del mundo. En esta última edición, por ejemplo, se han podido ver en San Sebastián algunos títulos que se estrenaron en Toronto, como I saw the devil, de Kim Jee-Woon, o Amigo,

de John Sayles.

Mientras que la crítica internacional ha coincidido de forma casi unánime en destacar el bajo nivel de las películas presentadas en San Sebastián tanto como en Venecia, Toronto ha estrenado lo último de Robert Redford, Clint Eastwood o Danny Boyle. Y si la situación del certamen donostiarra es complicada, más lo es la del italiano, ya que los directores estadounidenses prefieren estrenar sus filmes en un lugar que, por su cercanía, les permite reducir a la tercera parte los gastos.

John Hopewell, crítico de una de las más prestigiosas revistas de cine, Variety, no se guía por clases en los festivales y asegura que existe otra división. Por una parte, se hallan "los cuatro grandes festivales-mercado": la Berlinale, Cannes, Toronto y el American Film Market. Por otra, un grupo de certámenes regionales integrado por Sundance -"para el sector indie norteamericano"-, Karlovy Vary -"para el este de Europa"-, Pusan -"para Asia"- y San Sebastián -"para España y Latinoamérica"-. "San Sebastián lleva años sin estar en el grupo de festivales globales. Está muy bien organizado, a diferencia de Venecia, pero no es global", considera Hopewell.

El cine español

Pese a que se presupone que el Zinemaldia representa al cine español y que los festivales deben apoyar las trayectorias de los cineastas de su país, los últimos trabajos de Icíar Bollaín, También la lluvia, y Fernando León, Amador, dos realizadores que ya fueron premiados en San Sebastián en 2002 y 2003, respectivamente, no se han estrenado en el certamen donostiarra.

"Aunque San Sebastián es una plataforma muy buena, las grandes películas españolas o latinoamericanas van primero a Cannes o Toronto, porque es allí donde están los distribuidores", explica Hopewell.

Repercusión internacional

Más allá de la expectación creada por la visita de Julia Roberts y su acompañante Javier Bardem, por la alfombra negra desfilaron pocas caras conocidas. "Todos sabemos cómo funcionan los medios de comunicación con estos reclamos, así que hay que tener la alfombra lo más nutrida posible para que eso contribuya a la marca de ciudad", apunta Itxaso.

Por ello, se deben consolidar los intereses del gran público, la participación ciudadana al máximo nivel, con el cine de autor. "San Sebastián tiene un buen posicionamiento internacional, es conocido, pero en otro nivel", apunta Hopewell.

Equilibrio presupuestario

El festival donostiarra dispone de un presupuesto de unos 6,5 millones de euros. Mientras que para la próxima edición el Ayuntamiento, el Gobierno vasco y el Ministerio de Cultura van a mantener "con mucho esfuerzo" sus aportaciones, la Diputación de Guipúzcoa ya ha anunciado que rebajará la cantidad que destina al Zinemaldia.

"Las aportaciones clave son muy sufridas y las hacemos con total convicción. Sin embargo, creemos que eso tiene que llevar al festival a hacer una lectura de la mayor eficiencia del dinero público que se invierte", opina Itxaso.

Frente a la crisis

Muchos de los contratos con los patrocinadores concluyen este año, por lo que habrá que renegociarlos. La coyuntura económica obliga a desplegar la imaginación con menos dinero.

En las dos últimas ediciones se recortó un día la duración del festival, una retrospectiva ha sido eliminada y se ha suprimido la fiesta de clausura. Desde 2007, la financiación ha sido rebajada un 15%. "Anecdóticamente, he visto menos gente en los hoteles y en los restaurantes", confiesa Hopewell.

El despegue del 3D

De un año a otro, el cine en tres dimensiones ha cambiado los hábitos de consumo fílmico. Pese a todo, Hopewell no cree que el 3D vaya a modificar los festivales "radicalmente", ya que "la mayoría de las películas populares de cine de estas características no necesitan necesariamente un festival".

No obstante, el crítico de Variety afirma que los certámenes pueden ser una buena plataforma para el cine en tres dimensiones indie, "que necesita urgentemente tener presencia en un mercado competitivo, donde ha crecido la producción en 3D".

El reto para un nuevo director

Tras una década al frente del Festival de Cine de San Sebastián, Mikel Olaciregui no dirigirá la próxima edición del Zinemaldia. Después de 18 años al frente de una de las principales citas culturales de Euskadi ha llegado el momento de un relevo generacional que haga llegar "nueva savia que aporte ilusión".

En su momento, se especuló con la posibilidad de que Olaciregui pudiese aducir otros motivos para su marcha, como los recortes presupuestarios al certamen, pero su decisión obedecen principalmente al cansancio. No en vano, Olaciregui ha estado vinculado al Zinemaldia desde 1993.

El pasado 16 de julio, el Consejo de Administración del certamen, compuesto por representantes del Ayuntamiento, la Diputación guipuzcoana, el Gobierno vasco y el Ministerio de Cultura, se reunió de manera extraordinaria para elegir su sucesor. Sobre la mesa estaban dos opciones. El alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, propuso a José Luís Rebordinos, quien se ha labrado un prestigio en la ciudad como director de sus otras dos grandes muetras fílmicas: la Semana de Cine Fantástico y de Terror y el Festival de Cine y Derechos Humanos.

Mientras, Ignasi Guardans, director del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, dependiente del ministerio, apadrinaba a otra candidata, Paz Lázaro, miembro del comité directivo de la Berlinale, pero sin experiencia en San Sebastián. Tras varias horas de reunión, el consejo votó por unanimidad el nombramiento de Rebordinos.

Una vez se materialice el relevo, el próximo 1 de enero, Olaciregui pasará a encargarse de las relaciones del Zinemaldia con EE UU. Tras conocerse que Rebordinos tomará los mandos del festival, Olaciregi afirmó que ofrecerá su consejo siempre que se necesite, aunque no ejercerá como un Pepito Grillo.

Entre los mayores logros de Olaciregui se encuentra mantener al festival en la clase A e inaugurar ediciones con prestigiosos directores como Woody Allen o David Cronenberg.

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