Los ultras se cargan el fútbol
El árbitro suspende el Italia-Serbia tras solo seis minutos de juego por los graves incidentes provocados por los hinchas visitantes
Italia vivió anoche otro episodio de violencia. Esta vez no lo protagonizaron los hinchas del calcio, sino un grupo de ultras serbios en el partido entre su selección y la azzurra, clasificatorio para la próxima Eurocopa. El árbitro lo suspendió en el minuto seis. "No existen las condiciones para garantizar la seguridad de los jugadores", dijo al delegado de la UEFA. Acababa de caer una bengala en la portería de Viviano, el meta italiano. Una de tantas como cayeron en el estadio Marassi, de Génova. El mismo donde en 1995 murió Vincenzo Spagnolo a manos de hinchas del Milan. El mismo donde anoche se guardó un minuto de silencio por los cuatro militares italianos muertos hace pocos días en Afganistán.
A Italia viajaron unos 1.600 ultras serbios. Ya fuera del estadio, por las calles del centro de la ciudad, empezaron los incidentes. Los ultras también intentaron parar el autocar de los jugadores a la salida del hotel. El susto fue tan grande para algunos futbolistas que el portero titular, Vladimir Stojkovic, ex jugador del Getafe, decidió no jugar. Una vez en el estadio, cuando faltaban 10 minutos para que empezara el partido, un grupo de ultras empezó a lanzar bengalas. Primero, hacia el sector de los hinchas italianos -el jefe del grupo cortó, tijeras en la mano y pasamontañas en la cara, la red de protección-. Luego, directamente al césped. Stankovic y Krasic, entre otros, se acercaron a la grada pidiendo calma. "No estábamos aplaudiendo ni nada. Simplemente, intentábamos calmarlos", dijo el jugador del Inter. "Estaba tan jodido que no paraba de llorar", comentó luego Viviano, el portero de Italia, sobre Stankovic. Pero ni el mismo Stankovic ni Krasic consiguieron frenar la violencia de los ultras y el árbitro mandó a los equipos a los vestuarios.
Eran las 20.40. El partido, que tendría que haber empezado a las 20.50, finalmente comenzó con 37 minutos de retraso (a las 21.27) tras recibir el visto bueno de la policía y de los agentes antidisturbios. Que la tensión seguía reinando lo demuestra la escena de los himnos. El serbio apenas se escuchó por los silbidos de los italianos. El árbitro pitó el comienzo y el partido duró tan solo seis minutos. Lo que tardó en caer otra bengala, esta vez a pocos metros de Viviano. "Miedo no tuve, pero tampoco era plan recibir una bengala en toda la cara. Le dije al director de la federación que allí no volvía, que no podía jugar mirando a los serbios lanzar bengalas", comentó. Se fue corriendo al centro del campo -mientras tanto, en el palco, el ex jugador serbio Mijailovic abandonaba indignado el estadio- junto al resto de sus compañeros y a Cesare Prandelli, el seleccionador italiano.
El árbitro, el escocés Thomson, fue quien comunicó al delegado de la UEFA que había que suspender el encuentro. "Los ultras parecían haberlo organizado todo. Parecía que iban a hacer de todo con tal de que no se jugara. Según los jugadores serbios, ese era el objetivo", explicó Prandelli. Los ultras volvieron a cargarse el fútbol. Ahora Serbia puede ser sancionada por la conducta salvaje de sus hooligans.
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