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Reportaje:

Las letras como pasaporte

Hanif Kureishi recuerda cómo el racismo y el tedio de los suburbios le llevaron a ser escritor - El autor británico participa en el festival literario Gutun Zuria

Hanif Kureishi tenía 14 años cuando se le encendió la bombilla. Ahí estaba, sentado un día cualquiera en clase en un suburbio de Londres, sufriendo en carne propia el racismo, el "tú no eres de aquí", las reprimendas por ser mal estudiante, el tedio de una vida en la que el aburrimiento era el principal factor de erosión. "Y ahí decidí convertirme en escritor. Lo hice para no volverme loco", explicaba ayer en la conferencia que pronunció en el festival literario Gutun Zuria, que se celebra hasta hoy en la Alhóndiga de Bilbao. "Esta decisión arregló algunos de mis problemas. Me dio una identidad. Ahora tenía el problema de convertirme en escritor", añadió.

Nacido en Londres, en 1954, hijo de padre paquistaní y madre inglesa, estudió Filosofía, primero en el Instituto Lancaster y luego en Londres, donde se graduó. En los años setenta empezó a escribir literatura pornográfica y mecanografiaba guiones, hasta que con La madre patria, su primer guión teatral, obtuvo el premio Thames Televisión en 1980. "Me metí en el teatro para conocer mujeres, pero también para encontrar a gente estimulante. En los suburbios me aburría hasta la locura", recordaba ayer.

Bas, Ugarte y Arrieta reflexionan sobre los libros y las grandes urbes

Lo de juntar letras le venía de familia. Su padre era periodista -"escribía novelas malas que nadie quería publicar"- y él estaba siendo testigo privilegiado de los cambios que implicaban la inmigración en Europa, el racismo latente y los problemas de identidad. "Gran Bretaña iba por adelantado. Yo solo quería que el mundo supiera lo que sentía alguien como yo. Entonces nadie sabía que eso sería importante". Durante la entrevista, realizada por el periodista Antonio Lozano ante más de 70 personas, incluyendo otros invitados del festival, como los escritores Elena Poniatowska y David Trueba, recordó que tenía que lidiar una y otra vez con preguntas como de dónde vienes:

- "Vengo de la casa esa de allí", solía responder.

- "Vale, pero de dónde vienes realmente?", insistían

- "Vengo realmente de la casa esa de allí", zanjaba.

Kureishi se adentró en cuestiones como el fundamentalismo, tras sus primeros contactos con Pakistán, en My son the fanatic (1997), cuando el mundo ni siquiera intuía que las Torres Gemelas podían ser derribadas.

No dudó tampoco en retratar la frustración de su padre, quien no conseguía publicar su propia obra: "Él siempre pensó que era mejor escritor que yo. Pensaba que yo escribía de cosas triviales, como el sexo y la música".

En 1984, escribió el guión de Mi hermosa lavandería, dirigida por Stephen Frears e incluso fue nominado al Oscar. En los noventa, su Buda de los Suburbios, fue llevado a la televisión por la BBC, con banda sonora de David Bowie. También ha sido adapatada al cine Intimidad, que Patrice Chéreau dirigió en 2000.

En la primera sesión de la jornada de ayer, los escritores Juan Bas, Pedro Ugarte y Yolanda Arrieta charlaron en torno al asunto central de esta edición de Gutun Zuria -las ciudades en la literatura- con el periodista Iñaki Mendizabal agitando el cóctel. El anonimato que conlleva vivir en una gran urbe fue una de las cuestiones recurrentes.

Bas recordó cómo descubrió en la Barcelona de los años ochenta un lugar donde transgredir, su Nueva York particular. Arrieta apuntó que el anonimato también implica cierta soledad, pues tener tantas posibilidades asusta. "La libertad es difícil", respondió Ugarte.

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