El 'poder' del pueblo

La implantación del sufragio universal, los últimos años del siglo XIX, supuso un cambio sustancial en la titularidad de la soberanía, que de estar en manos de los propietarios de tierras e industrias por medio del sufragio censitario, pasó a ser la soberanía de todos, al margen de las propiedades que se tuvieran. El poder, como un derecho esencial reconocido en las Constituciones, quedaba en manos de todos los componentes de la sociedad. Fue una conquista esencial, una devolución al pueblo de lo que se le debía y, por tanto, parecía que ya no se daría marcha atrás. Ahora, en estos tiempos de tantas malas noticias a causa de la crisis económica mundial, tanto para los que trabajan como para los que no lo hacen porque han perdido su puesto o porque no lo han tenido todavía, o para los que nunca tendrán un trabajo estable y de acuerdo con sus expectativas, o para muchos jóvenes que, si salieron de la casa paterna, han tenido que regresar a ella forzados por el paro, o para los mayores... Ahora se está produciendo el camino inverso de la soberanía, desplazándose desde los Parlamentos nacionales, representantes de la soberanía popular, a los grandes consorcios financieros multinacionales, que dictan qué contrarreformas hay que hacer o qué conquistas sociales hay que suprimir.

¿Es posible que la sociedad desoiga el brutal retroceso a la Edad Media, cuando los dueños de la riqueza lo eran también de la vida de los hombres? ¿Es posible que todos los ciudadanos queden pendiendo de un hilo en tan poco tiempo?

Fueron necesarios tres siglos de luchas políticas y sindicales para dejar el poder allá donde debe residir, en el pueblo, y han sido suficientes tres escasos años para hacer creer al mundo que son "los mercados" los únicos depositarios de este poder.-