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Reportaje:Moda

París resucita el punk

Balenciaga y Balmain presentan colecciones inspiradas en la cultura musical de los años setenta

Eugenia de la Torriente

Es difícil no arrancar esta crónica con un lugar común. En el tercer día de desfiles de París dos de las casas más influyentes en la moda contemporánea, Balenciaga y Balmain, coincidieron en la misma referencia: el punk. Acaso, uno de los temas que más se prestan al tópico.

Sus colecciones para la primavera / verano de 2011 proponen una recuperación de los símbolos de la cultura musical de finales de los años setenta, pero la forma en que el tema se desarrolla en las manos de Nicolas Ghesquière (Balenciaga) y Christophe Decarnin (Balmain) no puede ser más dispar. Donde uno innova, el otro caricaturiza.

Nicolas Ghesquière, de 38 años, volvió a darle la vuelta al vestir de su tiempo a partir de una reinvención del pasado. Del punk arrancó su esencia, energía y contestación, mucho más que sus manoseados iconos.

El pragmatismo de la crisis se fija en la calle misma como inspiración

Abrió su sensacional propuesta con tres abrigos que tomaban el dibujo de la pata de gallo y lo sobredimensionaban, enfatizando su abstracción geométrica. El motivo se trabajó después con lentejuelas en vestidos de cóctel que cubrían la piel como escamas. La combinación de rojo y negro y el cuero tratado hasta adquirir texturas marcianas elaboraban la convención punk de una forma inédita y original.

Ghesquière cita a la fotógrafa Diane Arbus como referencia en la búsqueda de la belleza de lo alternativo. Un dato relevante para entender su intrincado trabajo de patronaje que reformuló las piezas hasta terminar con vestidos puros y limpios, altamente conceptuales. Espléndida combinación de pasado y futuro, ya que mezclaban técnicas de costura con la precisión del láser. Apartados de la secuencia, poco en ellos remitía al punto de partida, pero el discurso estaba tan bien elaborado que ese final parecía totalmente lógico.

La filosofía punk se traducía en el juego de contrastes del encaje y los bordados y condicionaba los sorprendentes accesorios. Por primera vez en una década, Ghesquière apea a sus mujeres de los tacones. Las calza con inventivas versiones de los Creepers, los zapatos que popularizaron los Teddy Boys en los años cincuenta y luego vendió Malcom McLaren.

El definitivo acto de rebeldía fue utilizar a algunas de las más longevas supermodelos para dar cuerpo a esta defensa de la cultura juvenil a la cara lavada. Gisele Bündchen cerró el desfile, pero antes de ella se vio a Miranda Kerr (embarazada), Amber Valletta, Carolyn Murphy o Stella Tennant.

La complejidad intelectual con la que Ghesquière trató el referente, evidenció la pobreza del desarrollo de Decarnin, de 46 años. Cazadoras de cuero y denim forradas de tachuelas y alfileres, microfaldas con idéntico aderezo y camisetas rasgadas componen su acercamiento al punk.

La sucesión de rotos y descosidos resultó anodina, pero hay que admitir que nadie destroza las cosas con tanta gracia como Decarnin. Y, en cierta forma, vender cazadoras reventadas a precio de alta costura supone un corte de mangas al sistema que Malcom McLaren aprobaría.

De la coincidencia de estos dos diseñadores nace una tendencia que llenará las calles dentro de seis meses. Pero, además, confirma un rumbo para la moda. El pragmatismo al que ha obligado la crisis se ha traducido hasta el momento en ropa minimalista. Ahora va más allá y se fija en la calle misma como inspiración. Y en los hombres.

El belga Dries Van Noten presentó el miércoles una sensata colección "de ropa real, sin fantasías extravagantes" para una mujer que se apropia del armario masculino esquivando los clichés. La camisa blanca se recrea de mil maneras y los pantalones exageran su tamaño. Pero todo se tiñe en sutiles degradados inspirados por el artista Jef Verheyen y se remata con plata iridiscente. Flores de porcelana oriental recorren el camino.

Van Noten dedicó esta colección a una "handsome woman". Una expresión difícil de traducir (handsome significa bello, en masculino) que define a una mujer más atractiva, inteligente y fuerte que bonita. Con objetivos más importantes que su físico. Un término que también explica la actitud de las chicas de Ghesquière. Y que resulta tan pertinente como sugerente.

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