Una mujer bella
¿Verdaderamente se equivocó Rachida Dati cuando confundió "felación" con "inflación"? No es que sean sinónimos, pero están bastante cerca el uno del otro. Vamos, que no es tan absurdo equivocarlos, ni siquiera emparentarlos. Rachida Dati es una mujer bellísima a la que Sarkozy eligió como favorita del Gobierno probablemente porque es una mujer bellísima, y la hizo ministra de Justicia porque es de origen inmigrante y ponía esa color (no calor) popular que se supone que acerca los Gobiernos al pueblo. Cada vez en mayor medida, los Gobierno más que gobernar viven de imágenes, a veces tan manidas como esa: una mujer bellísima, como Rachida Dati, y además de origen inmigrante, garantiza la estabilidad del Gobierno y la credibilidad del presidente. Se preguntarán ustedes por qué. Pues porque según la lógica de los gobernantes populistas, es una mujer bellísima. Y punto. Son sus cuotas particulares, porque al final gobernar lo que se dice gobernar gobiernan los subsecretarios, los directores generales o los funcionarios de turno. El resto decide, solo cuando les deja el presidente, algo que con Sarkozy suele resultar muy ocasional, cuando no imposible.
Y Rachida Dati, una mujer bellísima, amenazó la popularidad de Sarkozy cuando explotó el hecho de ser una mujer bellísima. Y Sarkozy comprendió que se había equivocado al elegir una mujer bellísima como ministra de Justicia, sobre todo tras haberse casado con otra mujer bellísima, Carla Bruni. Demasiada belleza para un dirigente tan bajito. Y Rachida Dati, que encima fue objeto de atención mediática por su embarazo de padre oculto, y que adora tanto las revistas de glamour como las tiendas de elevado precio, cayó en desgracia, salió del gobierno y fue enviada al exilio del Parlamento europeo, que es adonde van muchos miembros del valle de los caídos de los partidos o los Gobiernos.
Y así la mujer bellísima que es Rachida Dati desapareció del mapa francés, con la misma sutileza con la que llegó hasta que un levísimo error de vocabulario le devolvió al estrellato de las revistas y de la política, algo tan emparentado como felación e inflación. Generalmente, los errores son más celebrados y más celebres que los aciertos. En estos tiempos es más importante que Rachida Dati, una mujer bellísima, haya emparentado la inflación con la felación que el que la reina de Inglaterra pague su recibo de la luz con los fondos para los hogares pobres. Por cierto, podía haber hablado de la reina de Inglaterra en vez de Rachida Dati, esa mujer bellísima hasta que Sarkozy se casó con Carla Bruni. Bueno, esto es un lío, entre una reina y una belle de jour y un presidente chiquitín al que no le caen muy bien los gitanos rumanos. Pero es un lío fácil de arreglar porque la Rania de Jordania se ha recuperado de una enfermedad y a mí, que la realeza me importa un pito, me gusta la Rania. Igual es porque no soy jordano. Igual es porque da lo mismo que te guste o no.
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