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Columna
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Con otros ojos

Ignacio Manuel de Altuna fue un vasco, hijo de la Ilustración, que entendió que una buena manera de resolver los problemas o de mejorar la situación de su tierra era formarse e informarse en el exterior. Así lo hizo, viajó por Europa, se codeó con personalidades tan relevantes como Jean-Jacques Rousseau, y a su regreso fue uno de los promotores de la Sociedad Bascongada de Amigos del País. Hoy la asociación que lleva su nombre acaba de crear un programa de premios Altuning Pro Gipuzkoa, que busca recompensar a aquellos jóvenes universitarios vascos que estudien en el extranjero y que aporten ideas que sirvan para mejorar el presente y el futuro de nuestro territorio.

Diez han sido los galardonados en este primera edición del Altuning (nombre que, a pesar de las apariencias, no considero a la altura de un proyecto de la envergadura o la creatividad del presentado) y tengo que decir que las manifestaciones y las propuestas de estos jóvenes recién premiados se encuentran, en mi opinión, entre las mejores noticias que la vida pública vasca nos ha dado últimamente. Porque lo que estos estudiantes expresan refleja su curiosidad por el entorno donde se han desenvuelto, y su capacidad para extraer de él lo esencial, lo más significativo, lo que mejor define y sustenta esas sociedades - alemana, sueca, francesa, checa, finlandesa o norteamericana- en las que durante un tiempo han trabajado. Una mirada curiosa, atenta al entorno, dispuesta a contagiarse de propuestas y novedades que vienen de fuera, de(l) otro, es desde luego muchísimo más de lo que nos ofrece, como menú del día, la vida política de nuestro país, mayormente adicta a las autoatenciones y/o autocomplacencias, los debates endogámicos y en déjà vu.

Pero al mirar y admirar rasgos ajenos y al incluirlos en sus propuestas de futuro, estos jóvenes vascos están haciendo también un diagnóstico de nuestro país; mirándolo de otra manera, con otros ojos. Unos ojos frescos, desacomplejados, liberados del peso de la lógica y los intereses políticos. Unos ojos sin cálculo (sin esa calculadora de votos, parcelas de poder, réditos partidistas que tantas veces se clarea en los discursos públicos), unos ojos sin embargo perfectamente lúcidos, conscientes de lo que hay que hacer o de todo lo que queda aún por hacer para que nuestra sociedad se homologue por arriba con las más apetecibles, con las más justamente habitables. Y resumo para terminar algunas de sus admiraciones, es decir, de las carencias que aquí perciben: "los suecos son ejemplo de respeto mutuo, del modelo del nosotros antepuesto al yo"; "allí [Francia] las universidades, empresas e instituciones reman en la misma dirección, aquí hay potencial pero en ocasiones desaprovechado"; "es necesaria una educación multidisciplinar e integral"; "el transporte público alemán es ejemplar"; "Gipuzkoa tiene que cambiar ciertos valores". Estas son sus referencias y sus exigencias; a atender cuanto antes.

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