De nómadas a ciudadanos vascos
El Ayuntamiento de Vitoria lleva diez años trabajando en la integración de los rumanos gitanos - Un 30% ha terminado quedándose en Vitoria
Vilmos Filahi llegó a Vitoria en una caravana en 2005, dos años antes de que su país, Rumania, ingresara en la Unión Europea. Este hombre gitano, como tantos otros compatriotas de su etnia, practicaba el nomadismo como forma de vida, al igual que la familia formada por Voichita, Remus y Paul o Mariora Miros, madre y viuda de tres hijos. Todos ellos han participado o participan en el programa Caminante que impulsa el Ayuntamiento de la capital vasca desde hace diez años en busca de la integración de los gitanos rumanos que llegan a la ciudad.
Hasta el momento, por este programa han pasado más de 500 personas, de las que el 30% ha terminado quedándose en Vitoria, viviendo en una casa, con los mayores trabajando y los niños escolarizados. "El resultado es muy satisfactorio", considera Aurora Millán, de la asociación Compartir y coordinadora del programa, desde hace diez años. Fue entonces, con el gobierno municipal de Alfonso Alonso (PP) cuando surgió esta iniciativa para atender a las caravanas de gitanos rumanos que se asentaban en las afueras. El actual alcalde, el socialista Patxi Lazcoz, ha consolidado el proyecto.
Desde 2000 han pasado 500 personas por el asentamiento de Aguirrelanda
Las normas son férreas para quien acepta participar en el programa
"Hay dos modelos diferentes de atender la inmigración: el francés o alemán de ubicar a la gente en guetos en el extrarradio, que ha fracasado, porque se ha tratado a los inmigrantes como gente que no venía a quedarse; y nuestro modelo, el de la integración, porque, como ha pasado con los que vinieron desde Andalucía o Extremadura, quizás la primera generación se vuelva al pueblo, pero la segunda se queda", reflexiona el actual concejal de Asuntos Sociales, Peio López de Munain, quien fuera durante años presidente de la Comisión Anti-Sida de Álava, un referente en la lucha contra la marginación de los seropositivos en España.
Así que cuando se vio que las caravanas de rumanos en Vitoria se convertían en un problema social, el Ayuntamiento se puso a trabajar para conseguir la mejor solución. Así se diseñó el programa Caminante en colaboración con la asociación Compartir, que ya llevaba proyectos similares en Rumania. Para empezar, se levantó un asentamiento de módulos en una parcela municipal ubicada en el barrio de Aguirrelanda, junto a la Policía Municipal y los Bomberos. En total, 11 módulos: una cocina-comedor, una lavandería, dos baños, seis viviendas y la oficina donde trabajan Aurora Millán y dos monitoras, que atienden, entre las tres, a unas 60 personas de media.
"Tratamos de ayudarles en su recorrido vital", explica Millán. Y como condición ineludible, la integración en las formas de vida del lugar al que han llegado. Las normas son férreas para quien acepta participar en el programa: tienen que aprender castellano, escolarizar a los menores y los padres se deben implicar en la educación de sus hijos. Por último, se les ayuda a conseguir un trabajo y una vivienda.
Vilmos Filahi es uno de los que asumió el programa desde el principio hasta el final. Obtuvo un empleo como pintor y permiso de residencia. Con él viven su mujer y sus seis hijos. "El programa Caminante me pareció bien desde el principio, era una oportunidad para conseguir una vida mejor", recuerda. Vilmos forma parte de ese 30% que se ha asentado y cotiza a la Seguridad Social. Otros siguieron su camino por España (un 50%) o se volvieron a Rumania (el 20%).
En el asentamiento no se viven conflictos de entidad. "Está rigurosamente prohibido que se practique la mendicidad o la comisión de delitos (hace dos meses se expulsó a una persona por haber cometido diversos hurtos)", recuerda la coordinadora. "En quince días ya compruebas si una familia funciona", añade. Los residentes en esta parcela abonan una cuota de 35 euros y permanecen en ella por un periodo medio de nueve meses.
Mariora Miros llegó con sus tres hijos hace un año y ya está deseando pasar al piso tutelado, el siguiente peldaño en el proceso de integración en Vitoria. Pero, de momento, los responsables del programa Caminante no la ven con la madurez suficiente. En cambio, la familia formada por el matrimonio de Voichita y Remus y su hijo Paul, de 18 años, con tres meses en Aguirrelanda, ya están a punto de salir. Paul, que asiste a clases de castellano, ya ha encontrado amigos, comenta, mientras su madre permite al fotógrafo obtener una instantánea del impoluto módulo en el que habita la familia, de manera temporal, a la espera de un futuro mejor.
Ninguno de los gitanos rumanos que participan en el programa Caminante tenía noticia el jueves pasado de las medidas que ha tomado el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, contra sus compatriotas. Ven la televisión, escuchan la radio y los más jóvenes navegan por Internet, pero la actualidad política les es ajena.
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