Eileen Nearne, la británica que espió a los nazis en Francia
Para sus vecinos de Torquay, en la costa de Devon, Eileen Nearne era una anciana agradable y modesta que se sentaba al sol a la puerta de su casa acariciando a su gato pelirrojo. Cuando murió de un ataque al corazón el 2 de septiembre, a los 89 años, nadie consiguió encontrar a un pariente. Pero entre sus pertenencias había cartas sobre la guerra y una condecoración de la República Francesa, la Gran Cruz de la Guerra. Y resultó que aquella mujer casi anónima que se instaló en Torquay 15 años atrás era en realidad una olvidada heroína que trabajó para los servicios secretos británicos en la II Guerra Mundial y que en 1944, a los 23 años, se lanzó con paracaídas sobre la Francia ocupada y fue enlace entre Londres y la resistencia hasta que la capturó la Gestapo.
Eileen Mary Nearne, que en casa era Didi, nació en Londres el 15 de marzo de 1921 en una familia anglo-española que en el periodo de entreguerras emigró a Francia. Cuando esta cayó ante las tropas de Hitler, la familia huyó del país a través de España y volvió a Inglaterra. El perfecto bilingüismo anglo-francés de los Nearne era un arma utilísima para los servicios secretos y Eileen, su hermana mayor Jacqueline y su hermano Francis fueron reclutados en 1942 por el SOE, siglas en inglés de Ejecutivo de Operaciones Especiales, el organismo que montó Winston Churchill para espiar y sabotear en territorio enemigo.
El 2 de marzo de 1944, Didi Nearne fue enviada a la Francia ocupada junto a un agente francés, Jean Savy, para poner en marcha una red de comunicaciones en París para financiar a la resistencia. Bajo el nombre en código de Rose y haciéndose pasar por una inocente campesina francesa llamada Jacqueline du Tertre, logró enviar 105 mensajes en cinco meses. Frases aparentemente triviales insertadas entre los mensajes personales que retransmitía la BBC desde Londres y que permitía a potenciales financiadores confirmar que estaban tratando con verdaderos resistentes y no con agentes alemanes infiltrados.
Didi logró huir varias veces cuando la Gestapo estaba a punto de localizarla, pero acabó detenida el 21 de julio de 1944. Sometida a brutales torturas, nunca admitió que era una espía ni delató a ningún compañero. Pero la Gestapo la envió al campo de concentración de Ravensbrück y la trasladó en abril de 1945 al campo de trabajo de Markleberg. Cuando los rusos se disponían a tomar esa zona, los alemanes empezaron a trasladar a pie a los prisioneros. Didi consiguió huir con dos presas francesas. Tras pasar varios días a la intemperie, gracias a su ferviente catolicismo consiguió la ayuda de un sacerdote, que escondió a las mujeres en el campanario de su iglesia, en Leipzig. A los pocos días, las tropas americanas tomaron la ciudad. Acusada de espía alemana, los británicos confirmaron su identidad y fue liberada y trasladada a Inglaterra.
Aunque orgullosa de sus peripecias, la experiencia la marcó y acentuó su tendencia natural a la soledad. "Nunca hablaba de sí misma", recordó estos días uno de sus sorprendidos vecinos, "solo de su gato pelirrojo".
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