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Crítica:ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vicente Ferrer, en familia

Cada cual es muy libre de arruinarse como mejor le parezca. El señor Joan Martínez Colás (Terrassa, 1972), compositor y director, ha optado por uno de los métodos más acreditados a tal fin: montar una obra de dimensiones colosales en el Liceo -casi 400 intérpretes en escena- y pagar todos los gastos de su propio bolsillo, hipotecando, según ha declarado, su propia vivienda. Con ello ha obtenido dos cosas: aparecer en los diarios y "ser feliz". Está en su derecho.

Él llama a L'home del paraigua, que tal es el título de su proeza, "ópera collage". Ópera no es, pues no observa ningún desarrollo dramático. Más bien cabe hablar de oratorio, una sucesión de escenas que ilustran metafóricamente la vida y obra de Vicente Ferrer, el benefactor de Anantapur fallecido hace algo más de un año y que Martínez Colás conoció en 2004 (de hecho, esta obra pretende apoyar su candidatura al premio Nobel de la Paz). En cuanto a collage, tampoco parece el mejor término. Sería más adecuado hablar de pastiche, sin dar necesariamente una connotación negativa al término, sino yendo a su sentido original: una recreación de estilos que van desde una coral de Bach, a una banda sonora de Hollywood, pasando por el rock, el soul y la música popular (a los efectivos orquestales Martínez Colás añade la intervención de una banda de Alfarràs y del Esbart Dansaire de Rubí).

'L'home del paraigua' no es ópera ni 'collage', más bien pastiche
Es discutible que el Liceo colabore con un espectáculo de tan poco nivel

No vale la pena entrar aquí en el grado artístico de la interpretación, la puesta en escena y las proyecciones videográficas de este espectáculo: Martínez Colás no ha ocultado en ningún momento el carácter amateur de su megaproducción, de la que ya dijo que sería "un éxito" antes del estreno. Lo fue, si por éxito se entiende llenar el teatro de La Rambla y ser muy aplaudido. La familiaridad entre público e intérpretes era evidente por los muchos saludos y fotografías que se intercambiaban. Se lo pasaron todos estupendamente.

Ahora bien, mucho más discutible parece que el Liceo, aunque sea fuera de su programación oficial, se preste a colaborar con un espectáculo de tan poco nivel. Una cosa es alquilar la sala para un anuncio televisivo o un recital de la Pantoja, que nada tienen que ver con la actividad habitual, y otra muy diferente acoger una supuesta ópera que no supera los mínimos exigibles a la reputación de la casa. Añádase, además, que ese estreno coincidía con la Diada del Onze de Setembre, que no es precisamente un día cualquiera. Para acabarlo de arreglar, ¡Montilla y Hereu presidieron la velada, cosa que no hicieron con la Ifigenia de Pina Bausch en la apertura de la temporada! ¿Alguien les asesora en materia de espectáculos a los que acudir?

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También estaba en el palco Moncho, el hijo de Vicente Ferrer. Es decir, que la fundación, de algún modo, daba apoyo al espectáculo. Uno no es quién para meterse en el asunto, pero el derroche de medios de la escena no le casaba con la idea que se ha hecho del trabajo silencioso contra la miseria del ex jesuita catalán, que solía cubrirse con un paraguas para protegerse del inclemente sol de Anantapur.

Un momento del espectacular montaje de <i>L&#39;home del paraigua,</i> en el Liceo.
Un momento del espectacular montaje de L'home del paraigua, en el Liceo.SUSANA GASILLA

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