Atrapados en las hipotecas en divisas
La subida del yen y del franco suizo encarece los préstamos de muchos clientes
De repente, un manto de olvido ha caído sobre las hipotecas en divisas. Atrás quedan sus días de vinos y rosas, cuando eran un producto "que se usaba, muchas veces con desconocimiento, pero se usaba, por bastantes ahorradores", reflexiona Natalia Aguirre, responsable del departamento de análisis de Renta 4. Entonces veían cómo hipotecarse contra el yen o el franco suizo -las dos monedas más usadas para referenciar estos productos- era más rentable que hacerlo frente al euro. Ahora han quedado relegadas. Entidades como Barclays o el Banco Santander las siguen comercializando, pero dirigidas a lo que ellos denominan clientes premier, caracterizados por un alto poder adquisitivo y elevados conocimientos financieros. La entidad británica la ofrece para importes hipotecados superiores a los 200.000 euros.
Es un producto de riesgo solo apto para aquellos con cierta cultura financiera
Pero otras entidades, como Bankinter, que en su día fueron los principales impulsores de este instrumento, han abdicado de ellas. "Desde hace tiempo no las comercializamos. Antes sí lo hacíamos, pero siempre bajo demanda y solo a aquellos clientes con una cierta cultura financiera que entendieran bien las complejidades del producto", recuerdan en la entidad. Por su parte, desde el Banco Santander afirman que su volumen de negocio en este tipo de hipotecas es "marginal".
De hecho, es casi imposible encontrar a algún especialista que las recomiende. "Estas hipotecas tienen un riesgo muy elevado y son difíciles de gestionar", advierte José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup. Y precisa: "No son recomendables para un inversor particular, solo para aquellos que estén encima del mercado". Al fin y al cabo, existe una máxima financiera que hay que seguir: "Nunca te endeudes en una moneda en la que no cobras", recomienda Natalia Aguirre. "Este producto solo puede ser rentable cuando se tiene capacidad económica de reacción para, cuando baja, amortizar el tipo de cambio de divisa frente al euro. El prestatario normal debe abstenerse", aconseja Luis Corral, consejero delegado de Foro Consultores. "No la recomendamos, pues ni siquiera los diferenciales de tipos de interés la justifican", precisa Santiago Hagerman, socio de GBS Finanzas. O como dice Álvaro Lario, experto de Renta 4: "Es apostar con el valor de una inversión que es muy alta".
El principio del fin, por ahora, de este producto ha estado en la fulgurante apreciación del yen (24%) y del franco suizo (15%) frente al euro desde que comenzó el año. El mayor desaguisado lo ha causado la divisa japonesa, que esta semana marcaba sus máximos de los últimos 15 años frente al dólar y, a la vez, cotizaba a 106 yenes por euro. Esta subida responde a "una desconfianza sobre el crecimiento norteamericano debido a la debilidad que está mostrando", analiza Lorenzo Dávila, del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB).
En los próximos meses, las aguas deberían retornar a su cauce. "A mediados de 2011, el yen tendría que estar en 100 unidades por dólar, y el franco suizo, en 1,12 unidades frente al billete verde", prevé Nuria García, analista de Ahorro Corporación. De momento, los inversores tienen claro dónde destinar su dinero. "La gente está más cómoda vendiendo dólares y euros, y comprado yenes y francos suizos", describe Bilal Hafeez, responsable de estrategia de divisas de Deutsche Bank. ¿Consecuencia? El yen y el franco suizo se mantienen fuertes y las hipotecas asociadas a estas dos monedas se encarecen.
Mientras se sucede este baile de divisas, el problema queda para quienes en su día optaron por las hipotecas multidivisas. Un ahorrador consultado por este periódico que prefiere no desvelar su nombre es uno de estos dolorosos ejemplos. En abril de 2007 suscribió con una entidad financiera española una hipoteca a 25 años de 360.000 euros denominada en yenes para adquirir una casa en una zona residencial del noroeste de Madrid. En aquellos días, el euro marcaba un cambio muy favorable para endeudarse frente al yen de 154 unidades. La operativa era sencilla. A finales de cada mes, el banco compraba los yenes necesarios para hacer frente al préstamo y Javier abonaba unos 1.600 euros, al cambio, de mensualidad. Durante un tiempo, las cuentas salieron. Pero poco a poco la divisa se fue dando la vuelta. "Hubo un momento en el que debí haberla pasado a francos suizos, que tenían una cotización más ventajosa, pero lo fui dejando... y me equivoqué", afirma con resignación.
"Ahora, con un cambio en agosto de 108 yenes por euro, mis 360.000 euros iniciales se han transformado en 410.000 y la mensualidad ha pasado a 2.100 euros. O sea, pago un 24% más", precisa. Y se siente atrapado. "Si pasara la hipoteca a francos, tendría que asumir una pérdida de unos 40.0000 euros por el tipo de cambio. He decidido aguantar el chaparrón y esperar que el yen mejore", sentencia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.