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La figura de Hillary Clinton se agranda ante el declive de Obama

La secretaria de Estado reivindica el liderazgo mundial de EE UU

Antonio Caño

Mientras Barack Obama libra una batalla política interna por la supervivencia y el brillo de su figura se apaga, Hillary Clinton pronunció el miércoles en Washington el mejor discurso de su carrera como secretaria de Estado, quizá uno de los mejores discursos que se ha escuchado antes a cualquier miembro de esta Administración. La coincidencia obliga a pensar en los rumbos tan distintos que han tomado estos dos personajes que pelearon despiadadamente en 2007 y 2008 por la nominación demócrata: a la baja el presidente, al alza la que pudo llegar a serlo.

El discurso, pronunciado ante el Council of Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores, un prestigioso think-tank), constituye en sí mismo una gran reflexión sobre el momento por el que atraviesa el mundo y el papel que Estados Unidos juega en esta situación. Clinton no escapó de temas tan polémicos como Irán o la semejanza entre la crisis que vive actualmente México con la que Colombia soportó en años anteriores, lo que ha provocado una fuerte reacción de las autoridades mexicanas.

"El mundo exige un nuevo 'momento americano", dice la jefa de la diplomacia
Compara la violencia de México con la de Colombia en los ochenta

Pero el impacto del discurso, más que a lo que dijo, obedece a la comparación con Obama; tanto con lo que Obama ha declarado antes sobre política exterior como con la credibilidad actual de ambos políticos.

Clinton destacó el papel de liderazgo que Estados Unidos ocupa en el mundo. "Estados Unidos puede, debe y será el líder de este nuevo siglo", afirmó. "Las complejidades y conexiones del mundo actual exigen un nuevo momento americano, un momento que debemos de ocupar para sentar las bases de un duradero liderazgo norteamericano en las décadas futuras", añadió.

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El presidente ha destacado, obviamente, en otras ocasiones la necesidad un liderazgo norteamericano, pero el énfasis de sus discursos fue puesto más en la aceptación de un mundo con múltiples centros de poder que en la excepcionalidad del papel de Estados Unidos. "Este ya no es un mundo en el que Stalin, Churchill y Roosevelt se reúnen para decidirlo todo", dijo en 2009 en Londres, en su primer viaje al extranjero. "Mi Administración trabaja para establecer una nueva era de compromiso en el que todas las naciones asuman responsabilidades", declaró tras la concesión del premio Nobel de la Paz.

Unas y otras no tienen por qué ser posiciones contradictorias. Clinton, de hecho, citó a Obama en su discurso del miércoles. Pero citó también a Dean Acheson, un secretario de Estado de Harry Truman famoso, entre otras cosas, por haber convencido al presidente de la necesidad de enviar tropas a Corea. "La habilidad de conseguir el apoyo de los otros es tan importante como la capacidad para obtenerlo por la fuerza", dijo Clinton en palabras de Acheson.

La secretaria de Estado aludió a la vigencia de la "vieja diplomacia" y advirtió que, aunque no se trata de actuar de forma unilateral, "Estados Unidos tiene los medios y la resolución para movilizar los esfuerzos compartidos que se requieren para resolver los problemas a escala mundial, en defensa de nuestros intereses y como una fuerza para el progreso".

Las palabras de Clinton han merecido el aplauso de algunos comentaristas conservadores, que han dejado de utilizar a la esposa del ex presidente como blanco principal de sus ataques desde que es Obama el que goza de ese privilegio.

Su buen trabajo en la Secretaría de Estado es elogiado, no obstante, por analistas de todas las tendencias. En estos momentos es, sin duda, el más destacado y exitoso de los asesores de Obama. Los miembros del equipo económico sufren la impopularidad que los malos resultados permiten deducir. El secretario de Defensa, Robert Gates, es el hombre eficaz, disciplinado y gris que siempre se supo que sería. Sólo Clinton está por encima del resto.

Tan por encima que la duda, en este punto, es la de si no estará también por encima de Obama. Ya se ha empezado a especular con su candidatura en 2012 o en 2016. Prudente y brillante al mismo tiempo, Clinton ha sabido mantenerse fiel al presidente sin renunciar a ninguna oportunidad de mostrar su autoridad. La próxima semana regresará a Oriente Próximo para sumarse a las conversaciones de paz. Mientras tanto, Obama se consume en una guerra sucia contra el Tea Party.

Hillary Clinton y Barack Obama, poco antes de comenzar un debate en las primarias de 2008.
Hillary Clinton y Barack Obama, poco antes de comenzar un debate en las primarias de 2008.AP

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