Amanece, que no es poco
Qué podemos esperar de la economía española en este nuevo curso? ¿Progresará adecuadamente, se estancará o volverá a caer en la recesión? Viendo algunos datos recientes y el estado de ánimo colectivo -los animals spirits de los que habló Keynes- mi pronóstico es que progresará, aunque no me atreva a decir a qué ritmo.
Para fundamentarlo, les propongo hacer un pequeño test a la economía real. Me fijaré en el PIB, que es la variable que determina cosas tan importantes como el empleo, el bienestar o las cuentas públicas. Como saben, su valor es igual al consumo (privado y público), sumado a la inversión (privada y pública) y sumado al resultado de restar las importaciones a las exportaciones. Conviene fijarse en el consumo y la inversión privada y en las exportaciones. ¿Qué nos dicen los datos publicados estos días por el INE, el Banco de España y la Administración Tributaria? Hay buenas noticias.
Después de dos años horrorosos, el consumo se ha recuperado, y con fuerza. En el segundo trimestre creció un 5%, después de hacerlo un 4% en el primero. No es un dato aséptico, es también un termómetro de los animal spirits de los consumidores, de su confianza en el futuro. Dime cuánto consumes y te diré tu estado de ánimo.
¿Se mantendrá o volverá a desplomarse? La respuesta depende de otra pregunta: ¿Por qué el ahorro familiar creció a niveles enfermizos en los dos últimos años? ¿Porque había que ahorrar mucho para pagar las deudas, o por la incertidumbre y el miedo al futuro? Yo me apunto a la opinión de José Carlos Díez, de Intermoney, cuyo blog les recomiendo. Fue el miedo. A medida que las brumas sobre el futuro se van despejando y el miedo remite, el ahorro vuelve a sus parámetros normales y el consumo se reanima. Pequeños incrementos en el IVA no van a romper esa confianza.
¿Y la inversión? Aquí hay otra buena noticia. Los datos del INE nos dicen que a pesar del desplome de la inversión inmobiliaria y en obra pública, la inversión empresarial se mueve. Esto significa que los animal spirits de muchos empresarios industriales y de servicios muestran disposición a seguir invirtiendo en proyectos productivos y rentables. Y esto es importante.
Siendo dos buenas noticias, la que más me gusta es la tercera: la evolución de las exportaciones. Los datos siguen siendo más que alentadores. De ellos ya hablé en un artículo reciente en este mismo diario [¿Quién tirará de la economía y del empleo?, 17/08/2010]. Se mantiene la mejora de nuestras exportaciones de bienes y servicios no turísticos, con un crecimiento del 16,3% en el primer semestre. Eso indica la existencia de un tejido empresarial capaz de fajarse en mercados exteriores (aunque no todo el monte es orégano y quede mucho por mejorar). Y esto es importante para el crecimiento, a corto y largo plazo.
Rémoras para la mejora del PIB las hay: tamaño empresarial, deficiencias en la estructura de capital y en los modelos de financiación de las empresas, mercado de trabajo mejorable... Cada uno puede hacer su propio listado. Pero más que una lista farragosa de las mil y una "reformas pendientes", conviene fijarse en la restricción más restrictiva. Para mí, a corto plazo, es la enorme masa de capital que está en manos muertas, improductivas (en inmuebles, tanto residenciales como empresariales, que están sin uso y que lastran la economía).
Comparto la opinión de Francisco Pérez, de la Universidad de Valencia y del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), cuando afirma que incluso para las perspectivas del empleo, la reforma más urgente no es la del mercado laboral (aunque no sobre), sino la eliminación de esas manos muertas. Hay que reasignarlos hacia manos productivas. El camino a seguir consta de dos pasos: primero pasarlos a manos de las entidades financieras acreedoras; y a continuación, que estás los reasignen, a un precio que permitan comprarlos, para utilizarlos productivamente.
Este proceso ha estado bloqueado por el retraso en poner en marcha el FROB y por el estado de shock que vivió la banca española al cerrársele el acceso a los mercados internacionales de crédito. Pero esas dos restricciones han desaparecido, y ahora bancos y cajas pueden ir recuperando su papel de suministro de crédito a empresas y familias. Eso será sangre nueva para el crecimiento.
Por lo tanto, después de dos años de oscuridad, amanece de nuevo para la economía española. No es para tirar las campanas al vuelo, pero no es poco, como en la película de José Luis Cuerda.
Antón Costas Comesaña es catedrático de Política Económica de la UB.
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