Mientras usted estaba de vacaciones...
Nunca pasa mucho en verano. Es fácil tener la impresión de que, debido a que gran parte del mundo occidental deja de trabajar algunas semanas entre julio y agosto, el mundo entero se detiene. Pero no es así. De hecho, durante este verano, tranquilo y lento para algunos, pasaron muchas cosas; incluso algunas que no tienen precedentes.
- El verano más caliente. En agosto, la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration, el organismo del Gobierno estadounidense encargado de la recolección y análisis de datos sobre el medioambiente) informó de que, de enero a julio, la temperatura promedio del planeta aumentó 1,22 grados Fahrenheit con relación a la media de todo el siglo XX. Fue la temperatura más alta que ha experimentado el mundo desde 1880, cuando comenzaron a realizarse estadísticas fiables. Durante el verano continuó el calor extremo y en un gran número de ciudades el termómetro subió a niveles récord. Además, la ola de calor en algunos países coincidió con intensas lluvias en otros. Así, este verano Rusia ardió y Pakistán se ahogó. La tragedia climática de Pakistán es de dimensiones inimaginables y ya ha provocado más damnificados que el huracán Katrina, el terremoto de Haití y el tsunami asiático de 2004 en su conjunto. Las estadísticas indican que estos episodios extremos de lluvias, frío o calor son ahora más frecuentes de lo que solían ser.
A veces pasan cosas sin precedentes, como ver a una supermodelo ante los jueces de La Haya
- Los chinos no se van de vacaciones. A mediados de agosto, China anunció que su Producto Interior Bruto (PIB) había superado al de Japón, convirtiéndose así en la segunda economía más grande del mundo después de la estadounidense. Muchos expertos dan por seguro que China está destinada a convertirse en la primera potencia mundial. Que China tenga una economía más grande que Japón no debería ser una sorpresa: fue lo normal durante más de dos mil años. La superioridad económica de Japón fue un fenómeno transitorio y reciente que terminó este verano.
- Nació una nueva línea aérea. También en agosto se anunció la fusión entre la aerolínea brasileña Tam y la chilena Lan. Esto no tendría mayor interés si no fuese por el enorme tamaño de la empresa resultante y lo que ello dice sobre el crecimiento sin precedentes de la clase media latinoamericana. La nueva compañía será la tercera más grande del mundo en ganancias y estará entre las diez primeras en número de pasajeros. En todas partes, la dimensión del mercado de transporte aéreo de pasajeros depende de la clase media, ya que los ricos no son muchos y los pobres no viajan tanto en avión. Este nuevo gigante de la aviación comercial solo es posible gracias a que ahora existe en América Latina una pujante clase media. En este sentido, el caso de Brasil es muy revelador. Según la columnista Miriam Leitao, el mercado de transporte aéreo brasileño creció un enorme 56% entre 2003 y 2008. Y mientras que el año pasado ese mercado disminuyó un 2,6% a nivel mundial, en Brasil aumentó 13%. Y no es solo Brasil. El conjunto de las aerolíneas latinoamericanas reportó este año un crecimiento del 24%, el más alto del mundo. Que la clase media latinoamericana esté viajando tanto en medio de esta severa crisis económica dice mucho acerca de cuánto está cambiando la región.
- Supermodelos, superyates y superjuicios. La supermodelo Naomi Campbell pasó parte de su verano en Cerdeña con su novio, navegando en el superyate de Leonardo di Caprio, el héroe de la película sobre la sangrienta explotación de diamantes en África. Pero no solo allí. También tuvo que ir a hablar de esas piedras preciosas ante el tribunal de La Haya que está enjuiciando al ex presidente de Liberia, Charles Taylor. La Campbell fue requerida para que confirmara si, durante una visita a Sudáfrica en 1997, el recien elegido presidente de Liberia, le regaló diamantes de sangre. La modelo admitió haber recibido unas "piedras pequeñas y sucias", pero negó saber de quién o de dónde procedían. La actriz Mia Farrow, ex esposa de Frank Sinatra y de Woody Allen, también viajó a La Haya como testigo en el juicio contra Taylor y afirmó que Campbell sí conocía el origen y la naturaleza del regalo. Pero lo importante de esta historia no es cómo pasaron el verano la supermodelo y la actriz. Es cómo lo pasó el ex dictador de Liberia. Antes, los tiranos de África y otras partes disfrutaban del verano en sus palaciegas residencias europeas. Ahora, al menos Taylor, también lo ha pasado en Europa, pero encarcelado y juzgado por un tribunal penal internacional. Ojalá que muchos otros de sus colegas terminen veraneando así.
mnaim@elpais.es
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