Aquellos maravillosos años
El tercer álbum de los canadienses es una especie de oda a su infancia en los suburbios burgueses de las ciudades de Norteamérica en los ochenta. Lujosa, bien instrumentada y de bonitas letras, resulta, sin embargo, reiterativa. El primer tema resume perfectamente la idea. Y parte de las 16 canciones que componen esta larga obra conceptual de más de una hora de duración pasan sin dejar huella. ¿Hace falta contar una y otra vez lo mal que lo pasaban entonces y cuánto lo añoran ahora? Es un álbum plagado de homenajes a la música que oían en su infancia (The Motels y Springsteen; el punk o el tecno-pop). Un trabajado ejercicio intelectual, pero de ellos se espera un poco más de emoción.
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