¿Tropas de EE UU en México?
La escalada de la violencia en México -incluyendo el reciente asesinato en masa de 72 inmigrantes por la banda de narcotraficantes conocida como Los Zetas- está llevando a un pequeño pero cada vez mayor número de gente de los sectores más derechistas de Estados Unidos a proponer una solución radical: enviar al Ejército estadounidense.
No estoy bromeando. Al principio, creí que era una broma, o un fenómeno propio de la nueva cultura de reacciones impulsivas y desmedidas que domina las secciones de comentarios de los lectores en Internet. Pero cada vez más funcionarios municipales y estatales populistas en Estados Unidos están hablando en serio de enviar tropas estadounidenses para acabar con la violencia relacionada con el narcotráfico, que ha costado 28.000 vidas en México durante los últimos cuatro años y que, ocasionalmente, se desborda en el lado estadounidense de la frontera.
Washington debería proporcionar asistencia para crear academias de policía en el país vecino
La reciente decisión del presidente Barack Obama de destinar 1.200 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera con México obviamente no ha logrado apaciguarlos.
Cuando entrevisté la semana pasada al sheriff Joe Arpaio, del condado de Maricopa, Arizona, que con sus cuatro millones de habitantes es uno de los más poblados del país, estaba preparado para escuchar una ola de diatribas del funcionario contra los inmigrantes indocumentados, pero no esperaba escuchar una petición de envío de tropas estadounidenses a México.
Arpaio, un ídolo de los sectores más derechistas del país, se enorgullece de haber encarcelado a 40.000 inmigrantes indocumentados, y de ser conocido como el sheriff más duro del país. En la entrevista despotricó contra las leyes mexicanas que prohíben a las tropas estadounidenses realizar labores de combate en territorio mexicano. Según me relató, durante sus años como agente antinarcóticos de la DEA en México luchó activamente contra los carteles del narcotráfico.
"Cuando fui director allá, mis agentes operaban de manera encubierta. Participaban en combates con armas de fuego. Trabajaban con los militares, con los federales [la policía]. Éramos útiles y contábamos con la aprobación del Gobierno mexicano", me dijo el sheriff. "¿Por qué no podemos hacer lo mismo ahora?".
"No propongo que el Ejército de Estados Unidos se meta en labores policiales. Pero en este momento tenemos tropas en Afganistán, en Irak. Vamos a otros países. ¿Por qué no podemos ir a México con la cooperación de los mexicanos?", dijo, aclarando que tendría que haber una solicitud de ayuda del Gobierno mexicano.
El embajador de México en Estados Unidos, Arturo Sarukhan, me dijo que enviar tropas de combate estadounidenses a México es "una idea inviable". Otro funcionario mexicano me dijo que en México todavía están frescas las heridas de las intervenciones militares estadounidenses que llevaron a las anexiones de Tejas y California en el siglo XIX, y que la presencia de tropas estadounidenses sería políticamente explosiva.
"Estados Unidos puede continuar jugando un rol constructivo aumentando sus esfuerzos para detener el flujo de armas pequeñas que entran en México -el 80% de todas las armas cuya procedencia ha sido rastreada en México provienen de Estados Unidos-, y acelerando el desembolso de los 1.400 millones de dólares en equipos policiales del Plan Mérida", dijo Sarukhan.
Mi opinión es que la idea de enviar tropas de combate estadounidenses a México es un disparate. Al día siguiente, veríamos manifestaciones estudiantiles antiestadounidenses, seguidas por la muerte de algún manifestante que se convertiría inmediatamente en un mártir nacional e internacional, seguida por el resurgimiento de grupos guerrilleros mexicanos, lo que daría inicio a un ciclo de violencia política que se sumaría a la actual violencia relacionada con el narcotráfico. Al final, habría más violencia que ahora.
¿Qué debería hacer Washington, entonces? En primer lugar, respirar hondo y pensar con tranquilidad. El índice de asesinatos en México aumenta rápidamente, pero, según las cifras de Naciones Unidas, aún es cinco veces menor que la tasa de homicidios de Honduras, Jamaica o Venezuela, y significativamente inferior a la de la ciudad de Washington.
En segundo lugar, sería una buena idea que tanto México como Estados Unidos aumenten significativamente sus fuerzas militares en sus respectivos lados de la frontera: en el caso de México, para detener el flujo de drogas hacia el norte, y en el caso de Estados Unidos para detener el flujo de armas y dinero hacia el sur.
Y, en tercer lugar, es hora de empezar a pensar en ampliar el Plan Mérida. Washington debería proporcionarle a México más helicópteros, más asistencia en inteligencia y -sobre todo- más asistencia técnica y entrenamiento para crear academias de policía en México. Eso ayudaría enormemente a que México pueda desmantelar sus actuales cuerpos policiales, la mayoría de los cuales están corroídos por la corrupción, y reemplazarlos por un grupo mucho menor y más fiable de fuerzas policiales. Cualquier cosa, salvo enviar tropas estadounidenses.
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