Algo así como Numancia

En estos días llama nuestra atención la batalla que, por la candidatura a la Comunidad de Madrid, libran Tomás Gómez y Trinidad Jiménez.

Desde el primer momento, y haciendo de la necesidad virtud, todos los socialistas han alabado las bondades de las elecciones primarias como la muestra de la democracia interna de su partido.

Se les olvidaba un pequeño detalle: esas elogiadas primarias se han producido muy a pesar de todos ellos, y exclusivamente porque Tomás Gómez se opuso a que el presidente Zapatero le impusiera a la ministra de Sanidad como candidata, obviando su trabajo de tres años.

A partir de ese momento, la neutralidad del aparato del partido -empezando por Zapatero- ha brillado por su ausencia. La presión sobre el secretario general de los socialistas madrileños debe estar siendo tremenda. Una de las últimas declaraciones de los partidarios de Trinidad, a cargo del ministro Rubalcaba, no tiene desperdicio: "El principal activo de Tomás Gómez es haberse opuesto a Zapatero".

No parecen muy afortunadas estas manifestaciones, en las que se rompe de forma clamorosa la deseable neutralidad.

Ya veremos quién gana al final, pero esta esforzada y numantina resistencia de Tomás Gómez no deja de despertar la simpatía que siempre nos produce la lucha del más débil.