EE UU debate si la economía necesita más estímulos
El paciente sigue en planta. Pero los especialistas se preguntan si con la medicina suministrada hasta ahora será suficiente para que pueda caminar por su propio pie, sin riesgo de que vuelva a pasar otra vez por el hospital. Y ahí está el problema, porque las grandes figuras de la economía y de las finanzas no se ponen de acuerdo sobre lo que se puede o debe hacer.
El cónclave de Jackson Hole, en el Estado de Wyoming, la versión estadounidense de Davos, cerró sus discusiones dominado por la cautela y la incertidumbre. Nada que ver con el mensaje de optimismo que dominó hace un año en ese idílico enclave en las Montañas Rocosas, cuando la mayoría empezó a ver la Gran Recesión por el espejo retrovisor.
Aunque el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, dijo que la recuperación en EE UU tomará fuerza a lo largo de 2011, los expertos vaticinan que el crecimiento será pobre y estará subordinado a una alta tasa de empleo durante al menos una década. El reto es grande, y se complica con el deterioro de las cuentas públicas.
Lo único que salió en claro del retiro anual organizado por la Reserva Federal de Kansas es que hay dos maneras de ver las cosas. Unos, los pesimistas, creen que habría que suministrar una nueva inyección de estímulos, para dar un último impulso al crecimiento y evitar una espiral deflacionista. A otros, los optimistas, lo que más les preocupa es el coste derivado de esa acción.
División en Wyoming
La misma división que afloró estos días en Jackson Hole es la que se vive en el seno del banco central de EE UU. Un debate que recuerda al que dominó en los años ochenta, entre los que apostaban por una intervención pública limitada, y los que atribuían al Gobierno un papel de liderazgo para pilotar la economía.
Y eso, como señalan los economistas de Bank of America, se traduce al final en definir el papel que le corresponde a la Fed a la hora de definir la estrategia de choque. La discusión interna es lo que permite al banco central buscar soluciones a los retos presentes.
Con los tipos de interés en la zona cero desde hace 20 meses, la Fed no tiene otra opción que ser imaginativa y recurrir a herramientas no convencionales, como la compra de activos hipotecarios y bonos para mantener el tipo de mercado lo más bajo posible. Pero no está claro el beneficio real de estas medidas.
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