Un juez visita la fosa de tres maquis y se ofrece a identificar sus restos con ADN
En los últimos diez años se han desenterrado los restos de cientos de personas con signos de muerte violenta en más de 150 fosas del franquismo. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) acostumbra a denunciar los hallazgos y pedir ayuda judicial. "Los jueces ni contestan. Solo en cuatro ocasiones un juez ha acudido a la fosa", cuenta Emilio Silva, presidente de la ARMH. Una de ellas fue ayer, en Villavella (Lugo).
El titular del juzgado lucense de Becerreá acudió a la fosa con un equipo del Instituto de Medicina Legal de Galicia, que analizó los restos de tres maquis ejecutados extrajudicialmente el 12 de noviembre de 1943. "Como es un enterramiento ilegal, ha ofrecido a los familiares la posibilidad de identificar los restos mediante pruebas de ADN con cargo al Estado", explicó el vicepresidente de la ARMH, Santiago Macías.
Entre la documentación que ha permitido a los arqueólogos encontrar la fosa figuran las diligencias abiertas al día siguiente de la muerte de los tres maquis por un juez de Triacastela, que da cuenta del hallazgo de tres cadáveres "al parecer muertos por la Guardia Civil en combate sostenido" y ordena que sean "expuestos al público por si alguna persona los reconociera". Entonces se ofrecían recompensas pero nadie se atrevía a identificarse con alguien que hubiese muerto a tiros por la Guardia Civil.
Pedro Voces, Antonio Vega y Félix Yáñez fueron finalmente enterrados en una fosa en terreno del Obispado de Lugo. Sus familias, las que ahora esperan la confirmación del ADN, fueron duramente represaliadas. Tres de los hermanos de Julio Voces fueron asesinados. Otro pasó 15 años preso y a la mujer de uno de ellos le robaron al hijo que tuvo en prisión. "A mi padre lo mataron y a mi madre la molestaron durante muchísimo tiempo", prosigue Julio Voces, su sobrino. También fueron fusilados dos hermanos de Antonio Vega, cuenta Celsa, su sobrina. "A mi madre la encarcelaron". En el caso de Félix Yáñez, su hermano pasó 20 años de cárcel. Y su hermana, de 96 años, siempre pensó que lo habían matado falangistas del pueblo.
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