Pakistán y la solidaridad

Estamos asistiendo a una de las mayores catástrofes naturales a causa de las inundaciones producidas por las lluvias monzónicas en Pakistán. El mismo secretario general de la ONU quedó impresionado por la magnitud de la desgracia, y todos los días la televisión nos ilustra en sus telediarios con imágenes de innumerables personas que transitan entre las aguas como almas en pena.

Según los propios medios informativos, el alcance de las riadas afecta a más de 20 millones de personas -la mitad de la población española-. El umbral de sufrimiento de este pueblo va adquiriendo tintes dramáticos al surgir epidemias y hambre.

Sin embargo, increíblemente, toda esta congoja multitudinaria parece no hacer mella en la sociedad actual, es decir, todo ese entramado que en otras ocasiones se ha movilizado con premura ¿dónde está? No hay telemaratones recaudando fondos y escasamente aparecen en prensa cuentas de bancos para hacer donaciones voluntarias. El terremoto de Haití levantó una oleada de solidaridad que no veo, desgraciadamente, en este caso.

Aplaudo aquella iniciativa, ya que la muerte de un pueblo paupérrimo no debe sernos ajena, pero opino que el pueblo paquistaní, en estos críticos momentos, está viviendo una situación de tremenda incertidumbre y pena, unido a la lentísima acción gubernamental, por lo que considero apremiante que se espoleen las conciencias de nuevo para paliar tamaña miseria.