"Trinidad Jiménez es una opción potente"
Constantino Méndez (Puentecesures, Pontevedra, 1950) conoce muy bien tres cosas: la gestión pública, la política marítima y Madrid. "Soy un gallego muy gallego que en un momento dado es atrapado por la dinámica de la política y se viene para Madrid con el primer equipo de Felipe González". Tenía 32 años y Joaquín Almunia lo fichó para reformar el mundo marítimo. "Quedé atrapado por esta ciudad y ya no me fui".
En 2007 fue nombrado vicepresidente de la Comisión Gestora encargada de dirigir el Partido Socialista de Madrid. "Pidieron que echáramos un cabo en la reconstrucción tras la marcha de Rafael Simancas", recuerda. Antes había analizado la catástrofe del Prestige.
Tras ejercer en 1994 de secretario de Estado de Administraciones Públicas pasó un tiempo alejado de la política. Su partido le llamó en 2004 para el puesto de delegado del Gobierno en Madrid. Conoce a José Luis Rodríguez Zapatero desde hace 20 años: "Siento enorme respeto por una persona como él, de grandes convicciones y principios".
No se llevó bien con la presidenta regional, Esperanza Aguirre. "No nos entendíamos muy bien, yo siempre dije que su gestión era un cuento chino. Y lo sigo pensado. Creo que alguien tan potente como Trinidad Jiménez arrastrará dinámicas positivas en la sociedad madrileña, que está muy necesitada de que desde la izquierda emerja un liderazgo con capacidad real de responder a demandas ciudadanas".
"El partido en Madrid -al que pertenece- está en condiciones de proponer un programa de gobierno potente que seduzca a los ciudadanos, que están muy necesitados de encontrar una alternativa política muy diferente", añade. ¿Qué opina del enfrentamiento Gómez-Jiménez? "Son las dinámicas propias de un partido para liderar alternativas y los militantes nos merecemos la oportunidad de seleccionar a los mejores". ¿Le parece bien que desde la Ejecutiva federal se apueste por el candidato que tenga más opciones? "Absolutamente, y que se decida en primarias. Hay que reforzar el liderazgo en la persona que seleccionemos y que la sociedad vea que construimos esa alternativa de forma democrática".
Él dimitió como delegado en 2006, cuando condenaron a cuatro policías. "Me siento orgulloso de esa decisión. Se hizo injustamente, como luego demostró el Tribunal Supremo. Había que marcar una línea de autoridad moral y yo la tenía. Y me fui con pena porque la política de seguridad es muy seductora. Y la de defensa igual".
Desde abril de 2008 trabaja precisamente en este ministerio. Su jefa es Carme Chacón, con la que se ve "complementario". "Es una revelación, una mujer enormemente capacitada para la gestión política y gran trabajadora. Somos muy camaradas", explica. Se siente orgulloso "de la mejora de las condiciones de seguridad de las tropas españolas en las zonas de operaciones". ¿Tiene mano libre en algo? "Sí, en el manejo del presupuesto del ministerio (7.500 millones de euros), en la infraestructura, la política de armamento, la tecnología y la industria". Ha fichado personalmente a la veintena de personas para el comité de dirección. ¿Esas personas están al tanto de todo o hay secretos? "No, hay materias reservadas o que requieren un grado de confidencialidad, pero no hay secretos". Ni más, ni menos.
