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Las bandas valencianas ayudan a reducir la violencia en Colombia

La FSMCV participa en la política de convivencia del país latinoamericano

"Empuña un instrumento y no un arma". Con este eslogan, el Ministerio de Cultura colombiano muestra su filosofía respecto a la música, una visión que pone de manifiesto la importancia de la misma en un país azotado por el crimen y la violencia.

La música se puede convertir en un recurso para fomentar la convivencia, por lo que, en 2002, el Instituto de Cultura Colombiana presentó el Plan Nacional de Música para la Convivencia (PNMC), una iniciativa que tenía como objetivo, entre otros, fomentar valores y actitudes no violentas, así como potenciar la inclusión social.

La Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana (FSMCV) contacto por primera vez con el plan a través del cónsul de Colombia en Valencia, que buscaba referentes en estructura y organización para sacar adelante el PNMC y encontró en la federación justo lo que buscaba. La FSMCV, dijo, es "un caso único en en el mundo" en organización, estructura y calidad musical.

Pedro Rodríguez, vicepresidente de la FSMCV, declara que la actual junta directiva está "siempre preocupada por la innovación" y esta propuesta para colaborar estrechamente con el país sudamericano les pareció "la más innovadora hasta el momento". Además, era una forma de abrir mercados laborales alternativos y "salir al exterior".

En 2007 se firmó el primer convenio de cooperación para el desarrollo de cursos de instrumentos, conferencias y seminarios. Este convenio ha seguido funcionando año tras año y desde julio del 2010 funcionan nuevos talleres, entre ellos uno de trompa, ya que cada año se enseñan instrumentos diferentes. Además, cada año se dan los cursos de formación a los llamados "líderes comunitarios" (lo que en España vendrían a ser los presidentes de las bandas de música), que tienen la función de crear escuelas musicales en cada uno de los municipios del país donde se desarrolla el plan. Rodríguez cuenta que una de las historias que más le impactó fue la contada por uno de esos líderes: "Me dijo que antes de las escuelas de música morían semanalmente en su pueblo unas 15 personas. Desde que se inició la enseñanza musical mueren solo dos".

No fue fácil encontrar financiación, ya que, según Rodríguez, el Instituto Valenciano de la Música (IVM) les dijo que no tenían presupuesto. Pero a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID) se consiguieron 50.000 euros y se iniciaron los talleres, lo que se repite cada año desde 2007.

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El año pasado y gracias a esa subvención, Lourdes Gavilá, música especializada en oboe, llegó a Colombia para impartir unos cursos de ese mismo instrumento. Cuando los comenzó le sorprendió el nivel y la calidad de los músicos, "incluso de los que empezaban", ya que no contaban con recursos ni especialistas titulados.

Sergi Candela, responsable de cooperación de la Junta Directiva de la FSMCV, ha comprobado con sus propios ojos que la razón de esta calidad musical no es otra que "las ganas, la ilusión y la disciplina", ya que los niños no tienen un instrumento propio, sino que todos son compartidos. Así que, si solo hay un clarinete para diez personas y pierdes un ensayo "puede que pierdas la oportunidad de tocarlo".

Este año, debido a los recortes y a la crisis, ha costado conseguir una subvención. Los cursos se retrasaron pero, según Candela, "en ningún momento se pensó en renunciar al programa". Finalmente, AECID pasó el dinero, 60.000 euros llegados directamente de los Presupuestos Generales del Estado, que por asuntos de ingeniería presupuestaria aumentó la cantidad conseguida otros años. "No será la última" dice Ferrán Bono, diputado en el Congreso, ya que se pretende "seguir trabajando para que el proyecto se consolide y continúe en funcionamiento".

Los beneficios de la cooperación, explica Rodríguez, son "inmensos, no sólo les enseñamos nosotros a ellos, es una relación de feedback e interdependencia de la que ambos nos estamos beneficiando". Además, declara Rodríguez, no solo las ONG deben ayudar a los países menos afortunados. Los miembros de la FSMCV, como ciudadanos, prestan un servicio que les aporta una "inmensa satisfacción".

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