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Crítica:FERIA DE MÁLAGA | verano
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Torerísimo 'Nazarí'

El festejo de rejoneo transcurría por la senda de la sosería y el tedio por culpa de los mansos y descastados toros de Benítez Cubero, cuando salió al ruedo Nazarí, un caballo castaño, montado por Diego Ventura, y se armó la marimorena. El suceso ocurrió en el tercio de banderillas del quinto de la tarde, y acaeció como sigue: cita de lejos el caballero, se deja llegar el toro hasta la misma panza del equino, y clava Ventura una banderilla de poder a poder en la misma cara de su oponente; pero no huye de la suerte Nazarí, sino que en ella se queda, con los pitones del toro rozándole la piel, y así, a dos bandas, entre el asombro de la concurrencia, templa la embestida codiciosa en una vuelta completa al anillo de la plaza en una firme y valiente apuesta entre caballero, caballo y toro, con el alma de los espectadores en vilo, hasta que la suerte se deshace y explotan de júbilo los tendidos. Espectacular, grandioso, emocionantísimo... Uno de los momentos más estremecedores que se pueden producir en un festejo de este tipo.

CUBERO / FERNANDES, VENTURA, HERNÁNDEZ

Toros despuntados para rejoneo de Benítez Cubero, bien presentados, gordos, muy mansos y sosos.

Rui Fernandes: bajonazo (silencio); rejón en lo alto (oreja).

Diego Ventura: rejón en lo alto y un descabello (ovación); rejón en lo alto (dos orejas).

Leonardo Hernández: rejón trasero y un descabello (silencio); pinchazo y rejón en lo alto (ovación).

Plaza de la Malagueta. 15 de agosto. Segunda corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

Rui Fernandes y Leonardo Hernández sufrieron para mantener la atención
Para esta tarde se cuenta con Manolo Sánchez y Oliva Soto

Pero no acabó ahí la heroicidad de caballo tan torero y caballero tan en sazón. Dos veces más repitieron la suerte, dos nuevos alardes de dominio, de talento, de belleza y de torería a raudales. Merecerían ser vistos a cámara lenta para disfrutar lo que el ojo humano se muestra incapaz de captar en unos segundos interminables de puro sentimiento torero.

Sensacional, en suma, Diego Ventura, dueño y señor de una tauromaquia a caballo deslumbrante, que volvió a entusiasmar un minuto después a lomos de otra figura de su cuadra, Distinto, un caballo tordo que dictó un tratado magistral sobre cómo el quiebro puede ser realidad en la distancia imposible, inventada, quizá, por el asombro de quien lo presencia; mira al toro el caballo con seriedad policial, lo escruta, se acerca con frialdad, se lo deja llegar hasta donde parece que no se lo puede dejar llegar y quiebra en la misma cara (¿cómo? no se sabe) para que el caballero deje una banderilla entre el clamor popular. Y otra vez la misma gesta, la misma ensoñación, y el mismo acierto.

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Mató Ventura de un rejón en lo alto y las dos orejas, muy merecidas, se las concedieron entre la alegría desbordante de un público que creyó ver, pero sólo pudo intuir, el dominio, la gracia, la espectacularidad y la torería de un maestro al mando de unos caballos toreros, artistas y heroicos.

Estos lances fueron, sin duda, lo mejor de una tarde que no discurría por el camino más prometedor. De hecho, menos suerte tuvo Ventura con el segundo, manso y parado como los demás, con el que hizo un enorme esfuerzo por agradar, pero todo quedó en eso. Al final, salida a hombros triunfal y merecida para el rejoneador portugués, que ofreció una nueva y majestuosa lección del toreo a caballo.

Y le acompañaron Rui Fernandes y Leonardo Hernández, que sufrieron lo suyo para mantener la atención de los tendidos ante animales que no le ofrecieron posibilidades para el triunfo.

Rui Fernandes cortó una oreja en el cuarto, y lo hizo porque puso de su parte un afán desmedido y mató rápida y eficazmente de un rejón en lo alto. De todos modos, a Fernandes le cuesta un mundo conectar con el público. Es un rejoneador desgarbado, con un concepto de la calidad alejado del exigente nivel actual y que abusa de las carreras y de las pasadas en falso. A pesar de ello, salió airoso de la lidia a su primero, un bisonte de 660 kilos, de pesados movimientos y trotes cochineros, con el que no pudo alcanzar la brillantez requerida. Mejoró sensiblemente con el cuarto, y destacó especialmente en el tercio de banderillas con dos pares al quiebro que levantaron los alicaídos ánimos.

Poca suerte tuvo el joven y afanoso Leonardo Hernández, que mejora día a día. Tuvo la misma fatalidad que sus compañeros, y destacó en cada tercio por su búsqueda constante del triunfo. Lo mejor de su actuación lo realizó, sin duda, en el tercio de banderillas en el tercero, con tres quiebros espectaculares realizados en la misma cara del toro. No mató con la eficacia y el lucimiento que requieren este tipo de festejos y todo quedó en unas pocas palmas que no hicieron justicia a su meritoria actuación.

Acabada la corrida de rejoneo, aún se desconocía el cartel de esta tarde. Ciertamente, las desgracias nunca vienen solas. Tras el fiasco de la suspensión de la primera corrida por falta de toros, se lesionó Cayetano en Baeza, y Aparicio enfermó en Marbella; y ambos están anunciados para hoy. Cartel deshecho, pues, y necesitado de dos figuras o aspirantes a tal consideración para no defraudar a los espectadores. ¿Será posible? Qué sabe nadie... Pasada una hora, se confirmaron los nombres de Manolo Sánchez y Oliva Soto.

El rejoneador Diego Ventura, ayer ante su segundo toro en la palaza de La Malagueta.
El rejoneador Diego Ventura, ayer ante su segundo toro en la palaza de La Malagueta.GARCÍA SANTOS

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