La idea y la práctica
Alejandro Sánchez, del Partido Popular, es alcalde de La Línea de la Concepción y ha tenido una idea: cobrar una tasa de cinco euros a cuantos quieran llegar a Gibraltar. Es un buen negocio porque para llegar al Peñón se pasa al lado del pueblo, y servirá para llenar las arcas del municipio que, como casi todos los de España, están prácticamente vacías en estos tiempos de crisis. Cinco euros es la tarifa general para poder cruzar esa frontera. Pero el alcalde ya ha advertido que los camiones que quieran entrar a Gibraltar transportando "gravas, piedras, ladrillos o material de escombros" tendrán que pagar más, porque con todo eso se rellenan las aguas que rodean el Peñón y esos "rellenos afectan a las playas de Levante".
Y eso es algo que "no lo podemos permitir", ha dicho Alejandro Sánchez. La idea de la tasa no es, pues, solo un ingenioso medio para sacarse unos cuartos. Es también una eficaz iniciativa de política exterior, concebida con el muy encomiable afán de proteger el litoral levantino. "Queremos vivir con Gibraltar, pero no de Gibraltar", ha sentenciado el alcalde.
Quedan los trámites administrativos. La hipótesis que manejaba Alejandro Sánchez era la de empezar a cobrar a mediados de octubre. Había, eso sí, un pequeño problema. La carretera de acceso a Gibraltar es cosa del Ministerio de Fomento. Semejante dificultad, sin embargo, fue tenida en cuenta por los técnicos del Ayuntamiento y se le buscó una solución. Muy sencilla: desviar la circulación. Sacar los vehículos de la carretera que pertenece a Fomento, obligarlos a entrar en el municipio, cobrarles ahí la tasa, y devolverlos de nuevo al camino que conduce a Gibraltar.
Fomento dijo ayer que no. Lo hizo a través del director general de la Demarcación de Carreteras de Andalucía Occidental, que negó la autorización para la reordenación del tráfico en la avenida de España que había solicitado el Ayuntamiento de La Línea de la Concepción. Lo había hecho para mejorar "la red de pluviales, de aguas fecales y el alumbrado" de la ciudad.
De paso, iban a aprovechar el permiso para montar el dispositivo que les serviría para cobrar la llamada tasa de descongestión. No ha podido ser. Moraleja: no solo hay que tener ideas, por peregrinas que sean; hay que saber callarse. Por lo menos hasta que pique Fomento, o la autoridad que toque.
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