¿Nación de naciones?

En Más que palabras (EL PAÍS, 4 de agosto), José Ignacio Wert despacha de un plumazo la calificación de España como "nación de naciones" empleada en un artículo previo por Carme Chacón y Felipe González: sería un "tropo retórico vacío". Es una estimación lógica, dada su posición de partida: blanco o negro, unidad o plurinacionalidad; las naciones son lo que son. El problema reside en que las naciones no son lo que define un jurista ni lo que definen los nacionalistas. Son el resultado de los procesos históricos, que se empeñan en complicar las cosas.

Ya que citamos a Pi i Margall, recordemos su advertencia en Las nacionalidades: "Nada hay quizá tan inestable ni movedizo como la composición de las naciones de Europa". Y por suerte o por desgracia, en España tenemos la imbricación de naciones periféricas (catalana y vasca) con la construcción nacional española. Ni una nación, un Estado (Francia); ni un Estado con naciones diferenciadas (ex Yugoslavia).

¿Hay otra etiqueta mejor que "nación de naciones" para nuestro caso? Por cierto, la Constitución afirma la unidad de la nación española, pero en su artículo segundo introduce un matiz decisivo: no solo reconoce regiones, sino también "nacionalidades", lo cual sería perfectamente compatible con un Estado federal (y con el preámbulo del Estatut).-