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"Llegaré al final por mi trabajo"

Jesús Felipe Cuesta cumple 20 días en huelga de hambre para protestar por la decisión de una empresa de titularidad pública de sacar su puesto a concurso

Jesús Felipe Cuesta cumple hoy 20 días en huelga de hambre porque quiere conservar su puesto de trabajo como conductor en una empresa de recogida residuos y reciclaje. Con siete kilos menos, ha convertido los bajos del Ayuntamiento de Mutriku en su campo de batalla contra la decisión de la firma Badesa, ubicada en Eibar, de sacar a consurso su plaza después de tres años con contratos concatenados y otros cinco de obra. La firma asegura que quiere regularizar situaciones laborales.

A este trabajador de 49 años y padre de dos hijos, le pesa más la desazón de verse en la calle con una indemnización, pero sin trabajo, que sumar en el calendario días sin comer manteniéndose solo con suero y caramelos. "Fue una decisión dura, pero la tenía muy pensada, porque veía venir la situación. Yo lo quiero es trabajar, seguir con mi puesto y pagar la hipoteca", explica Cuesta, sentado junto a su esposa, María Jesús, que concluye las frases de su marido cuando éste se siente algo mareado.

"Lo más duro son los primeros días, pero cada vez estoy más débil"

Tanto el comité de empresa de Badesa, una sociedad anónima de titularidad pública perteneciente a la Mancomunidad de la Comarca de Debabarrena, que agrupa a ocho localidades, como su abogada le recomendaron que acudiese a los tribunales para resolver su situación. Cuesta lo descartó: "Tengo un compañero que lleva metido meses en un proceso de demanda contra la misma empresa y no puede ni cobrar, ni ir al paro, ni trabajar en ningún sitio. Es un estrangulamiento económico".

Decidió iniciar el ayuno en Mutriku porque es donde trabaja, pero desde ayer se ha desplazado a los bajos del Ayuntamiento de Eibar para estar más cerca de su familia que vive allí. Su esposa y su hijo mayor, de 21 años, se turnan para acompañarle por las noches. "Mi hijo pequeño está más desmoralizado con mi decisión", explica.

Cuando este trabajador envió una carta el 16 de junio a cada vocal del Consejo de Administración de Badesa avisándoles de que si sacaban su plaza a concurso iba a iniciar una huelga de hambre, no imaginó que la cosa llegara hasta tan lejos. "Son muy duros de negociar y hasta ahora los pasos los hemos dado nosotros", señala.

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Jesús y su esposa aseguran que no es fácil que Badesa rectifique: "Nos dicen que si ceden en este caso pueden sentar un precedente porque hay otras ocho o diez personas con posibles contratos irregulares". El conductor está pendiente del dictamen de Inspección de Trabajo. Si es favorable a sus pretensiones, Cuesta mantendrá su protesta hasta que logre una negociación y recupere su empelo. Si le es desfavorable y la Inspección no aprecia irregularidades, recogerán todo "y a casa porque ya no habrá nada que hacer", explica. Para matar las horas leer Por quién doblan las campanas.

La falta de comida le ha hecho mella y Cuesta ya ha tenido que acudir al centro de salud de Mendaro. "Lo más duro son los primeros tres o cuatro días sin comer, pero cada vez me encuentro más débil sobre todo, cuando me levanto y camino", reconoce.

Tras 20 días sigue decidido en "llegar hasta el final" por su empleo. "Están acostumbrados a que te vayas a la calle con cuatro duros, pero no puedo dejar que se pierda lo poco que he conseguido en 34 años de trabajo", concluye.

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