El público colabora en la obra que Castellano trae al Artium
Reflexiona sobre el conflicto en los espacios comunes
Han sido semanas de trabajo en común con el público, que se ha acercado hasta el Artium de Vitoria para sugerir ideas a Jacobo Castellano (Jaén, 1976), charlar con él, hasta darle instrucciones técnicas, en un diálogo que ha concluido en la exposición El mantel y el telón, que se puede visitar en la pinacoteca vitoriana hasta el 5 de septiembre. Castellano partía de una idea y, a partir de los correos electrónicos, faxes, redes sociales y conversaciones directas, ha recreado una muestra sobre una de sus preocupaciones fundamentales: la memoria y los espacios que habitamos como lugares de conflicto.
El creador jienense se mostraba ayer feliz por los resultados de este episodio del programa Praxis que el Artium programa para que los artistas creen una obra en contacto con el público. Pero la historia de la que parte y las reflexiones de la obra que ayer se presentaron no son tan positivas. Jacobo Castellano emprendió su obra a partir de la honda impresión que sufrió en el parque de atracciones de Coney Island (Nueva York) al contemplar la exhibición degradante de la que se presentaba como la mujer más pequeña del mundo, de nombre Elisabeth.
El resultado se presenta en una serie de piezas que parten del latón y la cuerda, además de elementos reciclados de la basura, en la que se incorporan aspectos de la propia biografía del artista, que pretende dialogar con la memoria del personaje de referencia. Porque hay un acercamiento a los raros, a aquellos que el común mira por encima del hombro, como el famoso hombre elefante, personaje de una inteligencia y sensibilidad extraordinarias pero que estuvo marcado por su también extraordinaria fealdad.
No falta un recuerdo en toda la muestra a las atracciones de feria que poblaban los circos, a la pompa de la vida pública, a la violencia que marca la convivencia diaria. El resultado, en el plano artístico, ha sido feliz, pero en principio ni el museo ni el propio artista sabían hace seis semanas, cómo podía acabar el asunto. El propio Castellano reconocía ayer el vértigo de trabajar cara al público. "Normalmente el primer receptor de mi obra soy yo, pero aquí he tenido que enfrentarme a la mirada de los visitantes, incluso alguno me advirtió de que no estaba soldando bien las piezas de latón", comentó divertido.
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