"Perdí la batalla, no aguanté la presión"
El empleado de una tienda denuncia que tuvo que pedir el traslado tras sufrir acoso por ser homosexual
La vida de A. R. V. tiene dos puntos de escape. Uno en 1995, cuando dejó su ciudad natal, Pereira (Colombia), y su carrera de diseñador de moda para huir a Madrid; otro el pasado 15 de julio, día que le rogó a su jefe que lo trasladase a una tienda lejos del lugar donde trabajaba. Las dos huidas tuvieron la misma causa, según cuenta: su sexualidad.
Este colombiano de 40 años y nacionalidad española ha decidido hablar de su situación, denunciar un problema que ha quebrado de golpe la ilusión de tolerancia total en que vivió desde que llegó a España y que lo ha dejado maltrecho, en manos de una psiquiatra.
A. R. V. -le llamaremos Alberto- sostiene que ha abandonado su lugar de trabajo en un centro comercial porque no ha podido soportar el acoso homófobo de algunos vigilantes de seguridad. Estaba empleado en una tienda del centro comercial Plenilunio desde hace cuatro años y después de dos casos de hostigamiento, que denunció en comisaría, el 15 de julio tiró la toalla.
'Alberto' acudió a la policía dos veces a informar de lo que le había ocurrido
El gerente acusa al afectado de haber acosado en un aseo a otro trabajador
La versión de Plenilunio es opuesta. Su gerente, Carlos Carrasco, afirma que no saben nada de las denuncias de Alberto a la policía y que, sin embargo, existe una denuncia del equipo de seguridad contra él por acosar a otro empleado en un baño, y otra contra su novio por amenazar a los guardias. El jefe de Alberto, que prefiere que no se le nombre, dice que habló sobre estas denuncias con el gerente y que no están fundadas en hechos verosímiles.
El denunciante acusa a Plenilunio de urdir una mentira para tapar la realidad, y, aunque ha escapado del problema, se confiesa derrotado. "Obviamente perdí la batalla, han conseguido lo que querían. He dejado la tienda en que me formé, vivo con pánico, siento que me vigilan, me despierto de noche...", confiesa.
Su trauma, según la versión que da, empezó a cuajar una tarde de marzo. Un individuo entró en los aseos donde estaba y le dio una sorpresa: "Quieto, soy policía, acompáñeme". El hombre no se identificó -"yo no sabía ni que se le puede pedir el número a un agente", dice Alberto- y lo acusó de tener los pantalones bajados, de estar haciendo obscenidades, cuenta el denunciante, que tiene el respaldo de la asociación gay Cogam. Alberto le dijo que no estaba haciendo nada, pero el supuesto policía hizo que saliera de allí para ir a ver a los vigilantes de seguridad. De camino a la sala de guardias, "nervioso, mudo, avergonzado", se orinó encima.
Según la versión del afectado, un encargado del equipo de seguridad privada se puso de parte del supuesto policía y le dio los datos personales de Alberto, que asegura que la impresión que vivió le impidió defenderse de la supuesta vejación.
La denuncia policial y el apoyo de su jefe no fueron suficientes para que la situación de Alberto se calmase. Continuó el hostigamiento, según mantiene, y el 8 de julio volvió a sufrir una acometida de los vigilantes. "Uno de los jefes de seguridad me llevó afuera de la tienda y me dijo: 'A ver, hasta cuándo vas a hacer las guarrerías, que tenemos una queja de que estabas con otro maricón en la primera planta".
El 16 de julio denunció el caso en comisaría, un día después de cambiarse de tienda y alejarse de Plenilunio.
Alberto dice que está "decepcionado" por comprobar que en Madrid también se puede sufrir por ser homosexual. "Yo me marché de Colombia para vivir mi sexualidad y no darle un disgusto a mi papá, que es militar. Y aquí jamás había tenido problemas".
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