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Columna
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Versus

Asistimos al inicio de un curioso litigio interterritorial, al que podríamos denominar, al modo que lo hacen los juristas, "Guipúzcoa versus Vizcaya". Ignoro la parte que les corresponderá a los juristas en la secuencia de acontecimientos y agravios por venir, pero sí veo al común, a la gente de a pie, algo alterada y cargada de un dolorido sentir. Los estados emocionales responden a veces a situaciones puntuales que los motivan, son estados causados; no siempre son, sin embargo, de ese cariz, y puede ocurrir que se deban a naturaleza, lo que en nuestro caso habrá que traducir como que hallan su razón de ser en los profundos abismos de la historia: ya no serían causados, sino crónicos. Pues bien, en esas estamos, y esa es la duda. ¿Tienen fundamento real las continuas quejas contra la codicia vizcaína -más concretamente bilbaína- que se oyen por doquier entre nosotros los giputxis, o la queja es anterior -esto es, constitutiva - y se agarra siempre a cualquier cosa para manifestarse? Motivado o crónico, lo cierto es que es ya un lugar común entre nosotros lo de que "esos, los vizcaínos, son insaciables y lo quieren todo para ellos". El reproche se oye respecto a los Guggenheimes, el San Mamés Barria, la ETB -a la que algunos consideran la BTB-, etc., y estos días está más vivo que nunca. Lo ha reavivado el asunto Tecnalia, y es muy posible que lo incendie lo que vaya a ocurrir en el futuro con nuestras "kutxas".

Que lo ocurrido el pasado día 16 en San Sebastián en el acto de presentación y firma de la fusión de Tecnalia fue bochornoso lo reconocían sus propios protagonistas. Por un que si en Zamudio que si en Miramón se ha frustrado, al menos de momento, uno de esos proyectos considerados "estratégicos", de vital importancia para el futuro desarrollo de nuestra comunidad. No entro ni salgo en quién tiene razón al respecto, ni en si la sede debe estar en Vizcaya o en Guipúzcoa, como tampoco quiero juzgar si son más caprichosas y arbitrarias las decisiones de José Luis Bilbao o más neutrales y ponderadas las de Markel Olano. Lo que sí deseo subrayar es que ambos diputados generales, que son quienes al parecer tiran de ambos extremos de la cuerda, son militantes de un mismo partido, el PNV, incapaz de poner orden en casa cuando se trata de afrontar "las necesidades para avanzar" de las que hablaba el señor Urkullu cuando acusaba al señor Zapatero de torpedearlas. ¿Qué espectáculo nos deparará el capítulo de las Cajas, si alguna vez llega a plantearse?

Le advertía Iñigo Urkullu al presidente Zapatero que se encuentra frente al PNV, un partido "que sabe lo que quiere y que es serio y responsable pese a los pesares", y añadía que avanzar hacia el autogobierno pleno, tener voz en Europa y respetar la voluntad de la sociedad vasca no son condiciones para pactar sino "necesidades para avanzar". Visto lo de Tecnalia, sólo me cabe preguntarle, ¿qué autogobierno, qué voz, qué voluntad, qué sociedad vasca, qué nada?

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