Mirar hacia delante
El Tribunal Internacional de Justicia ha sido rotundo, mucho más rotundo de lo que se esperaba: por 10 votos contra cuatro ha concluido que la declaración unilateral de independencia de Kosovo no fue ilegal. El derecho internacional, recuerda el tribunal, ni regula ni prohíbe estas declaraciones, excepto que el Consejo de Seguridad de la ONU declare que constituyen una amenaza para la paz o la seguridad o que violen la integridad territorial de un Estado.
Nada de esto se da en el caso serbio, dice el tribunal, porque la resolución 1244 del Consejo de Seguridad suspendió temporalmente la autoridad serbia sobre Kosovo y supeditó su recuperación a la conclusión de un acuerdo entre las partes. Y recuerda cómo el enviado especial del secretario general de Naciones Unidas, el Nobel de la Paz finlandés Martti Ahtisaari, propuso, ante la incapacidad de las partes de llegar a un acuerdo, que se diera paso a la independencia.
Las guerras balcánicas han terminado. Tomemos nota y recompongamos la unidad europea
La opinión del tribunal hace imposible a Serbia seguir instalada en el victimismo en el que, con la ayuda de países como España, se ha refugiado hasta la fecha. Hasta hoy, muchos serbios podían creer que habían sido ocupados e injustamente troceados por la OTAN, pero que el derecho internacional estaba de su lado. Ya no. Es hora de asumir el pasado, mirar al futuro y construir un futuro conjunto con los kosovares. Si Alemania y Francia lo han hecho, ¿por qué no iban a poder hacerlo serbios y kosovares? La Unión Europea será generosa: Belgrado y Pristina tienen un futuro europeo a la vuelta de la esquina pero deben ser capaces de levantar la vista.
Para España, las consecuencias son demoledoras: la opinión del tribunal desmantela uno por uno los argumentos que el Gobierno presentó en La Haya y en los que ha basado su política en los Balcanes en los últimos años. Una política basada en condicionantes internos, que ha tenido enormes costes para nuestra imagen ante nuestros socios europeos y que ahora deberá ser revisada en profundidad.
Nuestro ministro de Exteriores, acérrimo defensor de la causa serbia en nombre de un particular entendimiento de la legalidad internacional, es sin duda uno de los grandes perdedores. Eso no quiere decir que haya que celebrar ni promover las declaraciones de independencia; el tribunal ha hecho un buen trabajo a la hora de acotar y limitar el precedente para que nadie se haga ilusiones.
Pero lo que España no podrá seguir diciendo es que ella (junto con Rusia y China) defiende el derecho internacional frente a la miopía legal de 22 de nuestros socios y aliados europeos. Las guerras balcánicas han terminado. Tomemos nota y recompongamos la unidad europea.
jitorreblanca@ecfr.eu
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.