Encrucijada de miedos

De la zona cero, el lugar donde se desplomaron las Torres Gemelas un 11 de septiembre tras un ataque terrorista que utilizó aviones de pasajeros como arietes volantes, ha surgido una imagen fantasmagórica y quizá un debate político-teológico fundacional. En el subsuelo permanece enterrado un navío del siglo XVIII, aprisionado por tierra y fango. De forma que las Torres Gemelas se asentaban sobre un muelle, quizá directamente sobre el mar cementado como gruesa metáfora de una época líquida permeable a toda clase de miedos. No solo al escalofrío de la yihad; a dos bloques de la zona cero el caminante se encuentra con Wall Street, donde muchos fraudes han triunfado y algunos sueños se han quebrado como burbujas. Por ejemplo, el de que era posible una prosperidad sin fin y el de que los mercados financieros, en régimen de autorregulación, eran capaces de conjurar todos los riesgos. La zona cero es el epicentro de muchos miedos, unos más crueles que otros; no es de extrañar que emerjan ectoplasmas del pasado en forma de buque fantasma.

Acentúa el carácter de encrucijada espacio temporal de la zona cero la polémica desatada en torno a la construcción de una mezquita en uno de los rascacielos que ocuparán el área devastada. Distinguidos republicanos y sus esposas declaran que una mezquita en aquel lugar sagrado es un insulto incongruente a los 2.581 héroes aniquilados en 2001; árabes nacionalizados exhiben sus documentos donde consta que son tan estadounidenses como George Bush. El cara a cara visceral entre quienes debelan el islam y quienes sueñan con una síntesis entre el Corán y los telepredicadores, no ha conseguido deslindar

si las ideas teocráticas (en este caso, islamistas) matan per se, como un tósigo que envenena las mentes, o si los asesinatos no son imputables a la doctrina, sino la avidez irresistible de los asesinos.

Pasará el tiempo y, con mezquita o sin ella, los turistas acudirán a la zona cero para admirarse con recogimiento de los sufrimientos que allí se padecieron y extasiarse ante lo quede del buque dieciochesco que surgió de una tierra que se creía firme. El barco será como un tótem erecto para conjurar el terror y el crash de 2008.