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Verano húmedo
Columna
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A ver, Luscious

Enrique Vila-Matas

Sabemos que María, pudorosa novia y futura madre de sus hijos, le parece a Leiriñas la mujer ideal para una prolongada follada anal al día, pero también que la ha sublimado tanto como madre de su prole futura que aún no se la ha tirado nunca, la ha respetado como si fuera -que en cierta forma lo es- la Virgen María.

También sabemos que es verano y él está a un paso de volver a abrazar a su virtuosa novia, con la que se le cae la baba por todo, hasta -como sucedió el otro día- viéndola pisar unas hojas secas que se arremolinaban a la luz de unos faros. Ay, qué rancia es la poesía del amor platónico.

Es mediodía y el tren está llegando a Cecebre y el bueno de Leiras -Leiriñas para todo el mundo- piensa en lo maravilloso que resulta estar a un solo minuto de volver a encontrarse con su novia de poco pecho y espectacular culo grande. ¿En verdad piensa aguardar al matrimonio para acostarse con ella? Pues claro que sí, claro que frenará impulsos y sabrá conformarse con la poesía rancia.

Hace años, le gustaba mucho un poema de Lowell que decía: "Ah, soltar las amarras. / Toda la grandeza de la vida / es algo con una muchacha en verano".

¿No hablaba en realidad ese poema del verano inculto y de la plenitud de lo salvaje, de la grandeza y escándalo de estar vivos y, en definitiva, de un momento inolvidable, el momento de hacer "algo con una muchacha en verano"?

All of life's grandeur is something with a girl in summer.

Debajo del melancólico reloj del andén hay una mujer con un niño sobre los hombros. La mujer llora a lágrima viva. Pechos pequeños, pero culo grandioso. Es María y al mismo tiempo no lo es. Mira mejor Leiriñas y se siente alterado. ¿Y el niño es real o pertenece al porvenir? Más allá del andén, un camarero solitario recoge mesas. Y más allá del camarero y desde luego mucho más allá de Cecebre, puede verse una región estelar, la nebulosa Orión del futuro.

La mujer que llora tan desconsolada está buenísima y decididamente no es María, sino alguien muy parecida a ella, la gran Luscious López, estrella del porno. Nacida en Santa Cruz, California. De etnia mexicana. Sin tatuajes. Cochina, cerda a morir. Pecho natural. El mejor culo del mundo. Capaz de calentar al iceberg más congelado.

Intuimos que a Leiriñas alguien, a través de Luscious, ha querido reconciliarle con la vida permitiéndole saldar en toda regla una cuenta pendiente con este mundo tan bien hecho. Y le vemos plantarse ante la mujer y esbozar un gesto desconcertante, el de quien acaba de descubrir el agazapado instinto guarro de ella y está tan agradecido por eso que estaría ahora mismo dispuesto a pagarle al Creador con un metal que tintineara con solidez, como una moneda de oro sobre la mesa del cajero.

-A ver, Luscious, ¿oíste hablar de la grandeza de la vida?

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