Trágico cumpleaños en el Tibidabo

Andrea Blanco tenía 14 años y quería estudiar Psicología. Le encantaba el chocolate con leche. Le chiflaba. "Siempre que venía a casa se lo acababa", recordaba ayer Laura Pereira, su amiga del alma, al poco de despedirla en el cementerio barcelonés de Collserola, la misma montaña en la que se levanta el parque de atracciones del Tibidabo en el que Andrea perdió la vida al fallar la atracción en la que estaba montada.

"Podía ser la hija de cualquiera de nosotros", explicaba una madre entre sollozos al salir de la emotiva ceremonia laica, a la que asistieron buena parte del profesorado y decenas de alumnos del Instituto Jaume Balmes, en el que la joven había acabado tercer curso de ESO.

Miles de adolescentes de Barcelona acuden cada año a ese parque lúdico a pasar el día o a celebrar cualquier fecha señalada. Es lo que hicieron el pasado sábado Andrea y dos amigas para celebrar el cumpleaños de una de ellas, y que acabaron envueltas en el trágico accidente. Una fue dada de alta ayer y la otra aún permanece hospitalizada. Con ellas subió otro joven que se sumó en la cola de El Péndulo. Las chicas se conocían de la Escuela Municipal de Música, donde Andrea aprendía a tocar el piano, el instrumento que tampoco faltó ayer en su despedida. Ni sus canciones preferidas, como la de la película Crepúsculo, ni los versos de Mario Benedetti o Miquel Martí i Pol. Ni las palabras escritas por sus amigos en unos folios que fueron incinerados con ella.

"Todo el mundo la conocía por su sonrisa. Reía hasta llorando", recuerda Laura. Lo ratifica Víctor Vila, otro de sus amigos más próximos. Y lo atestigua la foto de Facebook que todavía podía visitarse. El grupo de apoyo a la familia contabilizaba ayer casi 800 miembros. Andrea tenía un hermano dos años más pequeño y en los últimos días dos chicos le habían pedido ser más que amigos suyos.