El gasto de la sanidad pública
En julio de 2008 sufrí un accidente que tuvo muchas y diversas consecuencias. Debo permanecer sentado, (postura, por otra parte muy honorable a la que aludí en mi primera colaboración). El accidente me ha permitido tener una visión distinta de muchas cosas, de la solidaridad y el cariño de mis amigos, del amor de mi familia y del amor y abnegación de Ainhoa. También me ha permitido tener una visión más clara de la Sanidad Pública.
Precisé de un tratamiento largo y duro, de una hospitalización que duró meses, de diversas intervenciones, de muchas y variadas pruebas diagnósticas y, una vez dado de alta, necesito un tratamiento farmacológico continuo.
Por un ejercicio de mera curiosidad y con ayuda de mi mujer calculé aproximadamente su costo en términos económicos. El tratamiento en la medicina privada, (seguramente de peor calidad), me hubiera costado una cifra que rondaría los cincuenta millones de pesetas, (en estas cifras el euro es para mí un arcano). He preguntado a mi farmacéutica cuanto vengo a gastar al año en los tratamientos que debo seguir, yo gasto una cifra aproximada de mil doscientos euros al año pero el coste de los fármacos supera los doce mil euros al año, (en estos importes sí manejo el euro). No quiero pensar qué hubiera sido de mí sin el sistema público de salud.
Hay que extender la cobertura, pero asegurar la sostenibilidad
La consideración de los servicios públicos como algo propio es básico
Hay que ser muy inconsciente para no hacerse una, por lo menos somera, reflexión a la vista de estos datos. Un sistema que es capaz de asumir situaciones como esta necesariamente debe verse sometido a tensiones.
Nuestro sanidad pública es un referente internacional por su universalidad y nivel de acceso, por la calidad de la atención y por sus resultados pero las tensiones son evidentes. El déficit de financiación acumulado supera el 30% y para el 2010 se prevé una cifra similar, (son datos de todo el Estado). A medio plazo, el gasto crecerá de forma exponencial, uno de cada cinco españoles tendrá más de sesenta y cinco años, seis de cada de cada diez padecerán una enfermedad crónica y los nuevos tratamientos y tecnologías fomentarán una mayor demanda.
Las políticas deben, por tanto, comprender un doble objetivo, extender la cobertura sanitaria, tanto objetiva como subjetivamente, y asegurar la sostenibilidad del sistema público de salud. Racionalizar es el término que se ha utilizado para encubrir propuestas que van dirigidas todas ellas a satisfacer las ansias del sector privado, vía privatizaciones, conciertos o simplemente recorte que obligarían a acudir a la medicina privada. Las privatizaciones y los conciertos, además de suponer un sobrecosto por vía del beneficio industrial, (o por pérdida de calidad para el usuario para hacer rentable el concierto) hacen a la medicina pública rehén de las empresas privadas.
La racionalización no pasa por desmantelar vía privatizaciones y conciertos la medicina pública sino por el ejercicio de responsabilidad de los agentes claves, usuarios, profesionales y gestores. Se hace precisa la consideración del sistema de salud como un bien público del que somos titulares y en esta calidad, ejercer nuestros derechos con la diligencia de un buen padre de familia. En España, los ciudadanos acudimos al médico ocho veces más al año que la media de la Unión Europea de los 15, una de cada tres visitas al médico de familia es innecesaria, entre el treinta y ochenta por ciento de las visitas a urgencias no revisten este carácter y el gasto farmacéutico es un 40% superior al de los países de nuestro entorno.
La racionalización de la demanda puede comprender planes de concienciación e incluso medidas de mayor autorresponsabilidad como el copago en determinadas prestaciones. Es evidente que este sistema que conlleva inequidad en las prestaciones es innecesario si el uso de la sanidad pública se desarrolla de modo diligente.
No sólo el usuario es responsable del desfase del gasto sanitario. La productividad de los médicos es la misma que en 1995 a pesar de los avances técnicos y tecnológicos que ahorran trabajo y tiempo. Es conocida la masiva utilización de medios y pruebas de diagnóstico innecesarias que se realizar en los hospitales públicos como consecuencia de lo que se ha dado en llamar práctica defensiva de la medicina. Los equipos y medios materiales y humanos están infrautilizados, prueba de ello es que el 20% de las intervenciones quirúrgicas que se practican en Osakidetza son las llamadas autoconcertaciones, es decir horas extras, que se realizan en horarios nada intempestivos,( a partir de las tres de la tarde), con el costo que supone.
En definitiva la consideración de la sociedad en general de los servicios públicos como algo propio, que se debe administrar y cuidar es la base de la sostenibilidad y posible expansión del sistema de salud tal como lo conocemos. El concepto del abuso o ejercicio antisocial del derecho se desarrolla por la doctrina alemana en otro ámbito, pero responde a una tradición de aprecio de lo público frente a lo privado, de un concepto de propiedad distinto del romano que concibe lo común como propio, incluso deseable y perdurable. Hoy es la única barrera frente a las imposiciones de los mercados, a las privatizaciones, ante la consideración de la salud como negocio y en último término, ante el riesgo de perder la sanidad pública.
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