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EE UU y Rusia zanjan el caso de los espías con el canje de agentes presos

Los 10 detenidos se declaran culpables y aceptan ser deportados a Moscú

Yolanda Monge

El embarazoso caso de espionaje que enturbia la nueva era de relaciones entre Rusia y Estados Unidos quedó ayer cerrado con una imagen propia de la guerra fría: un canje de agentes secretos. Los 10 rusos que el pasado 28 de junio fueron detenidos en varios lugares de Estados Unidos fueron trasladados ayer ante un tribunal de Nueva York para comparecer ante un juez. Cinco de los sospechosos fueron trasladados desde Massachusetts y Virginia para sumarse allí a los otros cinco. Tras escuchar los cargos que se les imputan, se declararon culpables y aceptaron ser deportado.

Horas después, el Departamento de Justicia de EE UU anunció que Rusia había aceptado finalmente el intercambio de agentes. El canje de esas 10 personas -un undécimo individuo está en paradero desconocido tras huir de la justicia en Chipre- por otros cuatro ciudadanos rusos acusados de espiar para Estados Unidos y Reino Unido, y que serán liberados por Moscú, era ayer inminente. El caso más claro era el del científico ruso Igor Sutiaguin, que cumple una condena de 15 años por espiar para Washington, según relataba el diario The New York Times. Todo apunta a que este analista habría sido puesto en libertad ayer mismo en Viena.

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A su vez, fuentes conocedoras de la operación daban por hecho que una de los 10 agentes rusos detenidos en Estados Unidos, Anna Chapman, de 28 años, tenía previsto llegar de incógnito a Moscú anoche. Sobre Chapman se han escrito ríos de tinta, más por su presencia física y comparación con una espía al estilo de James Bond que por sus dotes de agente de espionaje.

De hecho, ninguno de los detenidos en Estados Unidos ha sido, por ahora, acusado de espionaje. A todos se les imputa cargos de conspiración y a algunos de ellos de lavado de dinero. La resolución del incómodo incidente está siendo veloz. En menos de 10 días se habrían producido, siempre según fuentes competentes, diferentes encuentros entre la diplomacia rusa y la estadounidense, entre ellos, una reunión entre el embajador de Rusia en Washington, Serguei Kisliak, y el subsecretario de Estado estadounidense, William Burns, donde se llegó a la conclusión que la mejor manera de zanjar el asunto sería con un intercambio de espías.

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De esta manera, Washington y Moscú trata de no tirar por la borda la ratificación en Estados Unidos del nuevo tratado de desarme nuclear. Durante la época de la guerra fría posterior a la II Guerra Mundial y la polarización del mundo en dos bloques -aquellos que seguían a Estados Unidos y los que obedecían a los soviéticos-, Occidente y el conocido como Este practicaban los canjes de espías, sobre todo en el puente de Glienicke, que unía Berlín Occidental con la Alemania Oriental.

Entre los detenidos hace unos días en Estados Unidos se encuentra Vicky Peláez, una periodista peruana que trabajaba para el diario en español de Nueva York La Prensa, uno de los de mayor repercusión entre la comunidad latina. Su esposo, Juan Lázaro -la semana pasada admitió que esa no era su verdadera identidad y que trabajaba a las órdenes de Moscú- afrontaba ayer la decisión del juez de Nueva York junto a ella.

Todos los detenidos son sospechosos de trabajar para un país extranjero sin haberse registrado ante la justicia de Estados Unidos, un delito menos grave que el espionaje, pero cuya condena puede ser de hasta cinco años de prisión. Nueve de los encarcelados se enfrentan a acusaciones de lavado de dinero, que se puede traducir en hasta 25 años de cárcel.

Además de Peláez, Lázaro y Chapman, el matrimonio Cynthia y Richard Murphy, Mikhail Kutsik (conocido como Michael Zottoli), Natalia Pereverzeva (conocida como Patricia Mills) y Mikhail Semenko, y los conocidos como Tracey Lee Ann Foley y Donald Howard Heathfield, eran escoltados ayer por furgones policiales a la corte de Nueva York, donde formalmente se les leyeron los cargos y, quizá, conducidos por una puerta trasera hasta un destino desconocido para quedar en libertad a cambio de otros compañeros de oficio.

Una vieja práctica de la guerra fría

- 1962. Estados Unidos libera al coronel del KGB, la policía política de la antigua Unión Soviética, Rudolf Abel, a cambio de Gary Powers, piloto de un avión-espía U-2 abatido por los rusos en 1960.

- 1969. Reino Unido acuerda un canje con la Unión Soviética para liberar al profesor británico Gerald Brooke, detenido en 1965 por espionaje y condenado a pasar cuatro años en los campos de trabajo. A cambio, Reino Unido excarcela a los agentes soviéticos Peter y Helena Kroger.

- 1981. El agente de la Stasi, la policía secreta de la RDA, Günter Guillaume, logra su liberación tras un canje con espías occidentales.

- 1985. Espías de EE UU, que habían sido detenidos en Europa del Este, son trasladados a su país a cambio de la liberación de un importante agente polaco, Marian Zacharski, detenido en 1981, y otros tres espías.

- 1986. La URSS libera al disidente y matemático judío de origen ucranio, Anatoly Sharansky, y a tres agentes occidentales. Los cuatros son canjeados por el matrimonio Karl y Hana Koecher, agentes del KGB, y otros dos espías.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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