_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Banderas por aquí y por allá

Los chinos de Madrid están haciendo su agosto vendiendo banderas nacionales españolas y de otros países que participan en el Mundial de Sudáfrica. Hay banderas en los balcones y ventanas, en los bares, en los coches, en los escaparates, en relojes, bufandas, insignias, gemelos y sujetacorbatas. Las enseñas siempre han tenido prestigio y valor, pero, en cuanto al precio, ahora están por los suelos. Este año, en las rebajas se llevan la palma las banderas. También han bajado mucho de precio los patriotismos baratos de estadio, griterío y taberna. A pesar de todo, si viene por aquí un turista que no sabe de fútbol, pensaría que Madrid seguía siendo la esencia del patriotismo, como cuando Napoleón.

Hay muchos tipos de banderas, también llamadas oriflamas: insignia, pabellón, estandarte, blasón, banderín (muy relacionado con el balompié) o banderillas (que no son del agrado de los catalanes). Y también el pendón, pero esa palabra es de doble filo y hay que tener cuidado al usarla, puede acabar en bronca. Significa "bandera más larga que ancha", pero también, figurada y familiarmente, "persona moralmente despreciable". Una cosa es hombre o mujer bandera; otra, mujer u hombre pendón, a ver si entendemos.

Por los reportajes de televisión y radio estos días entre ciudadanos de la calle, un gran contingente de españoles anda fatal de geografía. Entre cuatro tipos no acertaron a señalar a Paraguay en el mapa, ni el nombre de su capital, ni su bandera. Uno llegó a proclamar en Cuatro que la capital de Uruguay era Venezuela.

Mucha gente tiene tal batiburrillo de banderas en el coco que solo acabará cuando termine el Mundial. Por otra parte, hay personas a quienes las banderas les provocan todo tipo recelos. Son los abanderados de la desbanderización. Utopistas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_