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Dimiten dos ministros franceses acusados de abusar del erario

Nicolas Sarkozy fuerza la renuncia para limpiar la imagen de su Gabinete

Antonio Jiménez Barca

El miércoles, Nicolas Sarkozy, en una comida con diputados de su partido, avisó: "Hay comportamientos de los ministros que no me gustan". No dio nombres, pero aportó ciertos detalles -algunos de ellos evidentes- y anunció que en otoño habrá un cambio de Gobierno. No ha hecho falta esperar tanto. Ayer, dos secretarios de Estado del Gobierno francés, con rango de ministros, anunciaron su dimisión. Se trata del secretario de Estado de Cooperación, Alain Joyandet, y el de Desarrollo del Gran París, Christian Blanc. Los dos eran blanco de muchas críticas, los dos habían sido protagonistas de episodios de corruptelas y despilfarros y constituyen el ejemplo claro de lo que Sarkozy, en esa famosa comida, prometió extirpar.

Uno de los funcionarios se gastó 12.000 euros en puros

El propio Sarkozy y el primer ministro, François Fillon, forzaron las renuncias, según indicó ayer un portavoz del Gobierno. Elcaso de Blanc es sintomático. En un tiempo en el que tanto Sarkozy como Fillon insisten en que el Estado debe reducir sus gastos en aras a la reducción del déficit, el secretario de Estado se gastó, según reveló el diario satírico Le Canard Echainé, 12.000 euros del erario público exclusivamente en puros. A razón de dos al día, de la prestigiosa marca PartagasD4, según precisó la información. El secretario de Estado reconoció cierta parte de culpa: "Es verdad que me he fumado puros que no he pagado". Pero luego achacó la otra parte a su director de Gabinete, a quien acusó de haber encargado la mayor parte de los puros y de, además, haber filtrado a Le Canard Echainé la información. Blanc admitió (y pagó) en principio 4.500 euros de los puros. Fillon le hizo después abonar la totalidad.

Joyandet también fue descubierto con ciertas conductas que casan poco con el ritmo austero que Sarkozy dice querer ahora imprimir a su Administración: en marzo, alquiló un jet privado para desplazarse a La Martinica a fin de asistir a una conferencia sobre Haití. El viaje costó 116.000 euros. Además, hace unos días, también Le Canard Echainé reveló que el secretario de Estado gozaba de un permiso dudoso para ampliar su vivienda de vacaciones en la región de Var, no lejos de Saint-Tropez. Joyandet anunció recientemente que renunciaba al permiso (y a la ampliación), pero su nombre aparecía demasiado quemado.

Sarkozy, en la citada comida con diputados, aludió explícitamente a los puros de Blanc y a los aviones privados de Joyandet. Los parlamentarios salieron de allí con algo seguro: tanto uno como otro tenían los días contados como miembros del Gobierno francés. Pero se pensaba que lo abandonaría en otoño, no de una manera tan rápida. Hay otro miembro del Gobierno, de mucho más rango, cuestionado por algo aún más grave: el ministro de Trabajo, Eric Woerth, acusado de un conflicto de intereses porque su mujer, Florence, trabajó para la heredera del grupo L'Oréal, Liliane Bettencourt, acusada de regentar dos cuentas opacas en Suiza. Por lo pronto, no tiene intención de dimitir. Y por lo pronto, Sarkozy asegura en público -y lo afirmó en la famosa comida- que le apoya. Pero el crédito de Woerth se debilita día a día.

Alain Joyandet (izquierda) y Christian Blanc.
Alain Joyandet (izquierda) y Christian Blanc.REUTERS

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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