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Reportaje:

Qué hay detrás de un buen precio

Los expertos debaten sobre la transparencia del margen alimentario

La cadena de formación de precios en la alimentación vive un permanente debate cíclico cuya tensión aumenta de grado en los picos de inflación o cuando estallan las crisis de materias primas en los mercados. ¿Qué hay detrás de un buen precio? Esta es la pregunta que trataron de responder seis expertos del sector desde sus diferentes puestos de responsabilidad en un desayuno que han organizado EL PAÍS y Mercadona.

Trabajo, transparencia, rigor, cálculo, esfuerzo, logística... son términos que los expertos sacaron a relucir con la idea común de que en España la cadena de valor mantiene un equilibrio en los escalones similar al imperante en los países más punteros de la UE. Eso no significa que no existan tensiones y desajustes que salen a relucir en momentos puntuales.

El precio se ha convertido en objetivo central de la batalla comercial
Ganar eficiencia y dimensión son los ejes estratégicos de la distribución
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El tema, apto para el debate, arrastra una buena dosis de carga social y económica por el reparto de márgenes, siempre con el consumidor como sujeto pasivo. Con todo, el sector mantiene al menos una estrategia común: fortalecer los lazos del productor con la distribución con contratos que sean duraderos y estables que les permitan mejorar la estructura de costes a ambas partes y se logre dar un producto al consumidor final con los niveles de calidad exigidos.

En un momento de crisis global, el precio del producto final se ha convertido en el mandamiento ineludible en la estrategia comercial y todo el sector utiliza esta variable como ariete de las ventas. "Antes la formación de precios comenzaba en el productor y seguía su curso hasta el precio final. Ahora el precio se configura en destino y se forman marcha atrás, lo que provoca tensiones y hace que a veces no compense la producción", afirma Eduardo Baamonde, director general de Cooperativas, para quien es necesario eliminar eslabones inútiles en la cadena. Baamonde reconoce que la producción está muy atomizada y que se imponen fusiones para ganar en tamaño y en eficiencia.

José Ignacio Arranz, del Foro Interalimentario, cree que el precio nunca logra la fidelidad para siempre del consumidor y que la calidad es un reto siempre inacabado. En materia de precios, el consumidor exige que cuantos menos sobresaltos se produzcan mejor y que los desajustes en la cadena de valor no agujeree sus bolsillos. Ignacio García Magarzo, director general de Asedas, que aglutina a los supermercados, mantiene que la distribución española ha ganado en eficiencia y hoy el consumidor puede elegir entre una amplia oferta de productos muy ajustados en precio porque la distribución ha limado notablemente sus márgenes. Para seguir avanzando en una transparencia de la cadena de formación de precios es necesario, en opinión de García Magarzo, garantizar la estabilidad de los eslabones y que todos sean rentables.

La multiplicación por cinco del precio de un producto básico desde el árbol al supermercado es un recurrente y socorrido ejemplo tanto de productores como de consumidores que vende muy bien los medios de comunicación. Este caso, según Ignacio Cruz Roche, presidente de MERCASA, es perfectamente factible en la actual cadena de formación de precios porque los escalones aportan valor en un proceso que ve adecuado.

"Es necesaria una labor de pedagogía para explicar que la distribución genera valor y que en el transformado y la logística de productos frescos se pierde el 25% de la cantidad que sale del productor", recalca Cruz Roche. Además, recuerda este catedrático experto en distribución que hoy en un mercado alimentario global el precio viene marcado por los mercados internacionales, lo genera un desajuste en la alimentación tanto en la fresca como en la envasada. "Tenemos unos precios similares a Italia y Portugal, con unos márgenes medios similares a la UE, que medimos con mucha precisión en el Ministerio de Medioambiente y en el de Industria", añade Cruz Roche, para quien el reto es ganar eficiencia con la reducción de costes y mejorando la logística.

Para José María Múgica, director de la OCU, el consumidor sigue teniendo la percepción de que el dinero se queda por el camino de la cadena, aunque corta de raíz el debate sobre el doble etiquetado (origen y destino) porque no lo considera útil y encima puede añadir crispación. "Nuestra labor es que el consumidor tenga la mayor información sobre cómo se forma la cadena y cuál es el precio final en los diferentes formatos de la distribución, y luego él decida", dice Múgica. En este sentido, la OCU publica la Encuesta Nacional de la Cesta de la Compra que ya abarca a 60 ciudades españolas. La calidad parece un concepto que se le presupone a los productos y por eso la batalla se da en el precio. "Antes el consumidor buscaba lo bueno, bonito y barato, ahora hay que añadir la seguridad, un concepto que parece que en Europa se nos olvida porque lo damos por hecho y eso es un valor añadido a la cadena en nuestro entorno. En cuanto a la calidad, el suelo lo pone el consumidor", precisa José Ignacio Arranz.

Josep Puxeu, secretario de Estado de Medio Rural y Agua, rechaza de plano que el consumidor tenga una mala percepción del funcionamiento en la formación del precio en la cadena alimentaria. "Contamos con un sector ágil, en crecimiento, sin ningún riesgo para la salud. Se han hecho grandes inversiones en prevención cuando se han producido brotes puntuales de crisis alimentarias y damos por sentado que el proceso sanitario en los alimentos está garantizado en una sociedad avanzada en la que el gasto en alimentación supone el 15% del total del PIB", afirma Puxeu.

El secretario de Estado recuerda que estamos ante el primer sector manufacturero europeo y que en España goza de dinamismo contrastado en la formación de precios aunque haya habido tensiones inflacionarias en momentos puntuales por subidas de las materias primas en los mercados internacionales. En el sector alimentario los concursos de acreedores de empresas han subido con la crisis el 7%, mientras que en general la antigua suspensión de pagos ha subido el 70%, recalca el secretario de Estado. Con todo, los expertos saben que la cadena alimentaria es una carrera abierta con amplio margen para mejorar en eficiencia, a la que están invitados todos los agentes. El consumidor espera y premiará al más competitivo.

Un empleado de  Mercadona  en el centro logístico que la empresa tiene en Madrid.
Un empleado de Mercadona en el centro logístico que la empresa tiene en Madrid.LUIS SEVILLANO

Relaciones largas

Largas y estables. Así tienen que ser las relaciones comerciales entre el productor y la distribución para que al final pueda salir ganando el consumidor. Esta es la receta por la que apuestan de forma unánime las cooperativas de producción, las grandes mayoristas como Mercasa, la distribución representada en los supermercados y la Administración. En una relación a largo plazo se pueden modular los márgenes sin tener que estrujar la coyuntura económica, como resalta Eduardo Baamonde, director general de cooperativas. El director de Asedas, Ignacio García Magarzo, insiste en que en España está muy clara la cadena de valor y que la distribución (hipermercados, supermercados y pequeño comercio) ha hecho una labor de concienciación y transparencia en costes hacia el productor para que este sepa que por la vía de la competitividad al final sale ganando la cadena completa. Innovar es fundamental. "Hay que estrujarse la cabeza en buscar ideas para renovar la logística, el transporte y todos los demás conceptos. Nosotros estamos lanzando unas cajas estandarizadas para el transporte de fruta y verdura que son reutilizables hasta ocho veces, lo que supone menor gasto", dice Cruz Roche como ejemplo de que siempre se puede avanzar en el ahorro de costes. Mercadona ha acordado con los productores envasar aceite en botellas cuadradas que permiten un mejor aprovechamiento del espacio en el camión de transporte, ganar en eficiencia y reducir costes. No siempre es fácil llegar a un acuerdo entre los diferentes eslabones de la cadena y las tensiones terminan reflejándose en el precio. Ahora la economía española, por su mínimo crecimiento, no vive tensiones inflacionistas, pero como reconoce Eduardo Baamonde es un riesgo que siempre permanece larvado y que la crisis puede hacer aflorar cuando la presión por vender acogota el precio final. -

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