Billetes tintados: cómo salvarse del timo
Dos hombres, juzgados por estafar 240.000 euros a un empresario de Girona
Víctor citó a Jacinto Pont en uno de los hoteles más lujosos de Girona a las diez de la mañana. Allí le pidió "70.000 euros más", contó ayer Pont. Era un dinero que tenía que valer para convertir unas cartulinas negras en billetes. Si él ponía 100 euros, con un líquido mágico, la banda conseguía el doble. De esta manera, Pont perdió supuestamente 240.000 euros. El fiscal pide dos años y medio de prisión para Víctor, en realidad Edmoun Deuni, y para Rooselvelt Kandem por estafar al empresario con el timo de los billetes tintados. Ocurrió a principios de 2008. Ambos acusados, los dos de origen camerunés, lo negaron ayer todo durante el juicio en la Audiencia de Girona.
Pont entró en contracto con los supuestos estafadores a través de Mohamed Fouad, un trabajador suyo. Este explicó que se topó un día con ellos por la calle: "Me preguntaron si vendía maquinaria agrícola". Del interés por la maquinaria pasaron a interesarse por pisos y Fouad decidió ponerles en contacto con Pont. "Yo lo veía creíble", justificó ayer el joven marroquí.
500 euros untados con un líquido 'milagroso' se convirtieron en 1.500
Pont accedió y escuchó la historia de los inversores. "Antes de comprar, necesitaban hacer unas pruebas con su dinero porque venía tintado de su país. Decían que era de una ONG", testificó ayer el empresario de Anglès (Selva). Para convencerle, hicieron una primera prueba: en media hora convirtieron sus 500 euros en 1.500. El hombre picó.
En una segunda cita, el grupo le pidió 40.000 euros para repetir el proceso: pusieron un fajo de billetes, varias cartulinas negras, el líquido milagroso, lo cerraron todo en un paquetito y colocaron un peso encima para que se impregnase. Esta vez la transformación, que se hacía en una casa de Pont, duraba hasta el día siguiente. Pero hubo problemas. "A la mañana siguiente, el señor John [en paradero desconocido] dijo que no había salido bien la prueba y que tenía que irse a Suiza o a Ginebra a comprar más líquido para transformar el papel", contó Pont. En el fajo ya no estaba su dinero, solo cartulinas: en algún momento se había producido el cambiazo.
Los supuestos timadores le pidieron 200.000 euros más para comprar el líquido milagroso. Pese a todo, Pont seguía creyéndoles y pagó. Parte con su dinero, parte con lo que le dejó "un amigo industrial". Días después, los supuestos timadores contactaron con él de nuevo: "Un tal Víctor
me llamó exponiendo que el tal Frank y el tal John habían sido detenidos en Barcelona y que tenía que depositar 70.000 euros para el abogado".
Fue entonces cuando Pont se citó con Víctor en el hotel. Pero no acudió solo. Días antes había denunciado la estafa a los Mossos. Entró en el hotel, donde le esperaba el supuesto timador. Edmoun, que se hacía llamar Víctor, fue detenido. Rooselvelt también fue arrestado frente al hotel. Los Mossos sospecharon de él por su "actitud vigilante".
Pont confesó ante la Audiencia que nunca acabó de ver claro el negocio. "Me olía mal", lamentó ante los magistrados. "Gracias a esto tengo a la mitad de la familia en mi contra", siguió. Aun así, Pont cayó en el timo.
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