"¡Estuve seis meses concentrado!"
Elías Figueroa (Valparaíso, 63 años), el mejor jugador chileno de todos los tiempos, el mejor futbolista sudamericano entre 1974 y 1976, dignificó tanto la profesión de central que compararse con él era sinónimo de éxito. "Yo soy el Figueroa de Europa", contribuyó a la leyenda el mismísimo Franz Beckenbauer. "Lo lindo es jugar arriba. Haces un gol y todos te aplauden, aunque no hagas nada en todo el partido. Atrás tenía que correr, correr, correr... Fallabas una y eras el peor de la cancha. Que me eligieran el mejor tres veces consecutivas, en una etapa en la que todavía jugaba Pelé... Un año podría haber sido casualidad, pero tres no", explica.
Pregunta. ¿Qué le condicionó para convertirse en uno de los defensas más reconocidos?
Respuesta. Para mí fue muy importante ir con 20 años a Uruguay, a ese Peñarol campeón del mundo, con Mazurkiewicz, Rocha, Spencer... Me hizo mucho bien. También me forjó mi perseverancia. De niño, tuve que superar algún obstáculo de salud. Superé un problema de corazón a los dos años. No podía correr ni hacer nada de lo que hace un niño normal... Hasta los seis o los siete años me daban ataques de asma cuando corría. Después, una poliomelitis me dejó un año en cama. Tuve que aprender a caminar de nuevo, pero a los 15 ya estaba debutando en Primera con Santiago Wanderers. Después de todo eso, ¡yo soy un agradecido de la vida! Y con 19 años me convocaron para el Mundial de Inglaterra. Es lo más maravilloso que te puede pasar. Es como para un actor ir a Hollywood.
P. Pues no les fue muy allá.
R. Fue un Mundial de aprendizaje, pero es cierto que no pasamos de la primera fase. Italia y la Unión Soviética nos ganaron y empatamos con Corea del Norte. Los italianos dijeron cuando les eliminaron que los norcoreanos se cambiaron en el descanso... ¡Nosotros también lo llegamos a pensar! Ahora, en serio, fueron unos adelantados a su tiempo. Tenían muy cuidada la preparación física. Por eso corrían y no se cansaban. Jamás había visto a un equipo hostigarte de esa manera. Te ibas de uno y ya tenías al siguiente encima...
P. ¿Cómo fue la experiencia en Alemania 1974?
R. Tampoco pasamos la primera fase. Empatamos con la RDA [antigua República Democrática Alemana] y Australia un partido bajo una tormenta terrible que debía haberse suspendido y perdimos ante Alemania [RFA] por 1-0, por un tiro lejano de Breitner, pese a jugar con 10 por la expulsión de Caszely. Pero les costó una barbaridad. Anulamos a Müller. ¡Qué delantero! No era muy rápido, pero sí muy preocupante. Cerrabas los ojos y hacía un gol, ya sea de rodilla, de punta... No tenía grandes condiciones técnicas, pero era la reencarnación del gol.
P. Igualito que Hrubesch...
R. Eso fue en España 1982, mi último Mundial, contra Alemania. Era rubio, grandote, enooorme, cervecero, el ogro de Hamburgo le llamaban. Entraba muy fuerte y en una le solté el codo en la cabeza para que no pasara... Me lastimé. ¡Me lesioné yo! Teníamos un muy buen equipo, pero estuvimos mucho tiempo concentrados, ¡como seis meses! Así que cuando llegamos a Asturias casi todos querían volver ya a sus casas. Aparte de los partidos de Gijón y Oviedo, el resto del tiempo estuvimos en el internado de unas monjas. ¡Seis meses en Chile y luego eso! Cuando llegamos a España, las bromas del comienzo de la concentración ya eran motivo de pelea. Convivir era muy difícil. Y más en ese internado. ¡De ahí no salíamos! Por la noche veíamos por televisión pasear a los jugadores de España, de Alemania... Se lo dijimos al seleccionador, Luis Santibáñez, un gran amigo, pero lamentablemente... Era su plan. No dio resultado. Pero nadie se escapó, aunque, al final, nos mirábamos entre nosotros con cuidado... En algunos casos recurríamos a la autoayuda.Sudáfrica 2010
Octavos de final: Brasil-Chile
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