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Reportaje:

Benejúzar no cree en justicieras

"Yo no fui nunca en busca de él, fue una provocación", dice la mujer a la que el Supremo acaba de rebajar la condena por quemar al violador de su hija

Mari Carmen García niega enérgicamente cuando se le pregunta si mató por venganza a Antonio Cosme Velasco, alias El Pincelito, el hombre que violó a su hija. Pero lo cierto es que un impulso irrefrenable, según los psiquiatras, la llevó a prenderle fuego cuando se lo encontró en el pueblo, una mañana de junio de 2005. Para entonces, Velasco, de 69 años, recluido en la prisión de Alicante II, llevaba cumplidos seis de los nueve años de condena que le impuso la justicia por aquel delito, cometido en 1998. "Yo no fui nunca en busca de él. Fue una provocación al cien por cien. Lo que pasa es que yo antes no comprendía a la justicia, ahora la comprendo", dice, sentada en el pequeño patio delantero del adosado donde vive, en Benejúzar (Alicante). Dos perros pequeños corretean por la casa.

Verónica no quiere que hable con periodistas, aunque han sido sus aliados

La justicia se ha mostrado ahora más benévola con ella. El lunes pasado, el Tribunal Supremo redujo a cinco años la pena de nueve y medio que le había impuesto en julio de 2009 la Audiencia de Alicante, por el asesinato de Antonio Cosme Velasco. El alto tribunal aceptó la eximente incompleta de trastorno mental transitorio, para rebajar dos grados la condena.

Mari Carmen, de 58 años, viste de manera informal falda vaquera y una camiseta sin mangas, y enciende enseguida un cigarrillo. Es menuda, delgada, pero con una mirada que transmite fuerza y determinación. Dice que ella no se lleva mal con nadie digan lo que digan en el pueblo. "Mis vecinas, Rosi y Pilar, me quieren muchísimo. Y cuido a los animales". Su hija mayor, Jesica, cuenta que hasta le dio "unos punticos" a una codorniz que encontró herida con un picotazo. "Y cuando teníamos hamsters ayudó a nacer a uno. Le hizo la cesárea a la ratoncilla".

Verónica, la hija menor, ahora de 25 años, delgada y menuda como ella, no quiere que hable mucho con la periodista. Aunque hasta ahora, los periodistas han sido sus principales aliados. Y si la sentencia hubiera dependido de canales de televisión y diarios, Mari Carmen estaría libre y sin cargos. Su abogado, Joaquín Galant, diputado en las Cortes valencianas, cree que hay posibilidades claras de que no cumpla esos cinco años de cárcel. Tampoco descarta pedir un indulto.

Desde lo que ocurrió el 13 de junio de 2005, Mari Carmen ha recibido muchas muestras de apoyo popular en esta comarca de la Vega Baja del Segura. Pero en Benejúzar, un pueblo un tiempo agrícola que prosperó gracias al boom de la construcción, la gente sigue sin arroparla.

Mari Carmen contó en el juicio que esa mañana, cuando estaba sentada en la parada del autobús, junto a la gasolinera del pueblo, oyó una voz que le decía, "Buenos días señora. ¿Qué tal su hija?". Alzó los ojos y vio ante ella a Antonio Cosme. El hombre que le había robado la paz y la alegría al violar a su pequeña Verónica, en octubre de 1998, cuando la niña tenía 13 años. ¿Qué hacía libre en Benejúzar cuando ella lo creía preso en la cárcel de Alicante II? Antonio Cosme había conseguido un permiso de tres días. El segundo, después del que había disfrutado en Navidades. "Entonces no salió de su casa", dice Verónica. Pero ese día de junio decidió ir al bar Mary. Y allí encontró la muerte. Mari Carmen llenó con un euro de gasolina una botella de agua y se presentó en el local. Allí, para sorpresa y estupor general, roció a Antonio con el líquido y lo prendió fuego con una cerilla. Antonio falleció 10 días después, tras una agonía terrible, en el Hospital de la Fe, de Valencia. Los psiquiatras que la atendieron, explicaron que la visión de Antonio Cosme provocó en ella una explosión interna, un trastorno transitorio que le nubló la razón.

La sentencia de la Audiencia Provincial acepta el relato del encuentro entre Mari Carmen y Antonio Cosme como hechos probados, pero Antonio Martínez Camacho, abogado de la acusación particular, asegura tajante que se trata de una falsedad. "La señora no contó esto en las primeras declaraciones en los juzgados de Orihuela", aduce. "La hija de Antonio Cosme, María José, lo llevó en coche hasta la puerta del bar". Por eso, Martínez Camacho dice aceptar pero no compartir la sentencia del Supremo. "Y creo que es muy mala cosa tomarse la justicia por su mano. ¿Qué pasaría si un hijo de Velasco se decidiera a hacer lo que hizo Mari Carmen, a la vista de lo barato que le ha salido?"

En el bar Mary nadie ha olvidado lo ocurrido. Y menos que nadie, el dueño, Antonio Fernández, que dice tener todavía pesadillas. "No es cierto que esa mujer sea una especie de madre coraje", dice. "El hombre entró ahí, se sentó, y no provocó a nadie". Fernández lamenta no haber llamado a tiempo a la policía, como le aconsejó aquella mañana su mujer. "Antes de que viniera Mari Carmen, entró su hija Verónica y se quedó mirando a ese hombre". Ahí debió actuar él, piensa ahora. La joven se fue enseguida. Luego, entró la madre y ocurrió la tragedia. "Ella es difícil. Ha tenido juicios ya con todas las vecinas", dice un hombre mayor, que está sentado en la barra.

Antonio Martínez, concejal socialista de Benejúzar, y diputado provincial en Alicante, reconoce que el caso dividió al pueblo desde el principio, y que no fue Mari Carmen la que cosechó mayores simpatías. "La familia de Antonio Cosme está muy implantada en Benejúzar. Mari Carmen García es de fuera, aunque el marido es de aquí, pero más bien de la huerta".

Al entierro de Velasco acudió mucha gente del pueblo, y hubo manifestaciones contra la madre justiciera cuando la Audiencia Provincial decidió excarcelarla en 2006, ateniéndose a los partes de los psiquiatras. ¿Por qué no la quieren en Benejúzar? "Tú estás equivocada", responde ella. "Mi hija recogió firmas que me trajeron aquí, y, ¿cuántas eran, Verónica?" Verónica tiene demasiadas cosas en la cabeza. ¿Lamenta no haber podido impedir lo que ocurrió ese 13 de junio de 2005? "Pues claro". Pero ni Jesica ni ella creen que "esa familia" esté sufriendo. "Si hasta ha salido una hija en las fiestas del pueblo".

Verónica Rodríguez García y su madre, Mari Carmen García, se abrazan en su casa de Benejúzar, el jueves.
Verónica Rodríguez García y su madre, Mari Carmen García, se abrazan en su casa de Benejúzar, el jueves.JOAQUÍN DE HARO

Una violación de la que el pueblo dudó

"El drama de la violación lo sufrió más la madre que la niña", dice el abogado de la familia Joaquín Galant. "Aquél día de octubre de 1998 la madre obligó a Verónica a que fuera a por pan, y la niña se entretuvo en una fábrica, donde había un perrillo, al lado de donde ese hombre volaba los palomos, y se ve que a él se le cruzaron los cables", dice Galant.

Porque el feudo familiar arranca de aquel episodio. La Guardia Civil detuvo a Antonio Cosme, que ingresó en prisión al día siguiente. Pero en Benejúzar muchos pensaron que todo era mentira porque el examen médico de la pequeña demostró que seguía siendo virgen. No había habido rotura de himen. Las muestras tomadas con hisopos en las ropas y en el cuerpo de Verónica demostrarían, un año después, la presencia de semen del acusado en el conducto vaginal. Esa demora convirtió el caso en un tema de enconado debate público que vio a la mayor parte del pueblo enfrentado a Mari Carmen García y a su hija. Verónica cuenta que en el colegio empezaron a agredirla y que su familia tuvo que cambiarla a otro centro en Montesinos. Y así empezó una guerra a la que no se ve fin.

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