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El nuevo orden financiero mundial

El G-20 debate sobre los límites de la normativa bancaria

La discusión revela que se suavizarán las propuestas en aras del acuerdo

Alejandro Bolaños

La reforma que ultima EE UU corresponde a la primera oleada de cambios que el G-20 prometió desplegar hace más de un año. La crisis dejó en evidencia que la compraventa de activos muy arriesgados había desestabilizado el sistema financiero. Y, también, que la dimensión e implicaciones de ese negocio pasaron desapercibidas a los supervisores. Pero la discusión sobre cuánto elevar las exigencias de capital y liquidez a los bancos para reforzar su solvencia está aún pendiente. La cumbre del G-20 que se inicia hoy en Toronto (Canadá) permitirá anticipar qué posibilidades hay de lograr un acuerdo este año. Y, de paso, calibrar la capacidad de presión de la banca.

"Necesitamos acelerar en la reforma para fortalecer el capital y liquidez de nuestros bancos", proclamó el primer ministro británico, David Cameron, en un artículo publicado en el diario canadiense Globe and Mail. Es el último de una serie de llamamientos de líderes de países avanzados y emergentes del mismo tenor: el calendario aprieta y aunque no se espera un resultado definitivo hasta la próxima cumbre del G-20 (en noviembre, en Corea del Sur) el debate en la reunión de Toronto será definitivo para el éxito del proceso. Lo que trasluce de esa discusión es que se suavizarán algunas de las iniciativas previstas para facilitar el acuerdo.

La posibilidad de un acuerdo sobre más impuestos al sector es pequeña

Hace unas semanas, en la reunión preparatoria del G-20, ya se dejó entrever que las nuevas exigencias de capital y liquidez a la banca se aplicarán de forma gradual, más allá incluso del periodo de dos años previsto. La iniciativa la abanderan los Gobiernos europeos que asumen aquí buena parte de los argumentos de la banca: si no se hace así, justifican, el crédito ofrecido a empresas y familias, ya en declive en Europa, podría caer aún más. Tras aquella cita ministerial también quedó claro que las posibilidades de acuerdo sobre la aplicación en todos los países de nuevos impuestos al sector financiero, como pretende la UE, son muy pequeñas.

El debate sobre las nuevas exigencias de liquidez y capital a la banca corresponde al comité de Basilea, que reúne a los bancos centrales. Su informe definitivo no estará hasta julio, pero en Toronto presentará unas conclusiones preliminares. Según publicó ayer Financial Times, el comité abrirá la opción de reemplazar una de las iniciativas que menos gustan a la banca: la fijación de un nivel de liquidez, que permita asegurar que las entidades tienen activos de venta rápida en el mercado para cubrir sus compromisos de deuda a largo plazo.

El G-20 comenzará con ausencias notables. El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, anunció que se quedará en su país por las inundaciones. Tampoco asistirá la primera ministra australiana, Julia Gillard, recién elegida para el cargo. Donde sí hubo pleno de mandatarios fue en la cumbre del G-8, que comenzó anoche con una recepción del primer ministro canadiense, Stephen Harper. El grupo (formado por EE UU, Canadá, Rusia, Reino Unido, Francia, Alemania, Japón e Italia) hizo anoche una nueva promesa de fondos para los países en desarrollo. El club de los países ricos se adhirió a una iniciativa canadiense para financiar la atención sanitaria a las madres y reducir así la mortalidad en los partos. El Gobbierno de Harper arrancó del resto de países el compromiso de dotar este nuevo fondo con 4.000 millones de euros.

Los dirigentes del los países del G-8 en los jardines de Deerhurst, donde se celebra la Cumbre de Toronto.
Los dirigentes del los países del G-8 en los jardines de Deerhurst, donde se celebra la Cumbre de Toronto.AP

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