Duelo de pianos con vistas al lago
Martha Argerich cita cada año en Lugano a medio centenar de intérpretes para compartir enseñanzas - Los encuentros centran el festival de la ciudad
La tranquilidad suiza que se respira en Lugano queda interrumpida repentinamente al anochecer. Es cuando Martha Argerich se sienta al piano. Sus pequeñas manos se mueven sobre las teclas con elegancia y pasión. Argerich y el violonchelista Mischa Maisky se reencontraron el pasado 16 de junio sobre el escenario del festival de la ciudad. Fue en el marco del proyecto que lleva el nombre de la pianista argentina y surgió hace nueve años para promover el encuentro de 55 músicos de todo el mundo. En los escenarios habilitados para los conciertos se concentran los músicos, muchos de ellos jóvenes talentos que entienden el encuentro como un lugar de debate y aprendizaje.
Argerich acaba de escuchar las dos piezas de Schumann y Chopin interpretadas al piano por Sergei Edelmann. Cuando acaba, se levanta y va de un lado a otro con su canosa melena en movimiento. No es mujer de muchas palabras. Tampoco se siente cómoda con los medios. Antes de encerrarse en el auditorio de la Radio Suiza Italiana, charla con sus compañeros, los pianistas Sergei Edelmann y Stephen Kovacevich, sobre la pieza de Chopin en la que está trabajando. Las partituras están casi trituradas de tanto estudio y del paso de los dedos sobre ellas. "Llevo desde los casi tres años sentada al piano y es lo que me hace feliz. Empecé jugando y se convirtió en mi pasión y en mi vida". ¿Qué le ha dado el piano? "Aprender qué es la música, vivir de una manera diferente. A disfrutar y a sufrir con mi profesión. Y sobre todo a trabajar, porque es muy difícil llegar a la perfección", señala la artista mientras se enciende un cigarrillo y toma un té verde.
Argerich: "El piano me ha enseñado a disfrutar y también a sufrir"
Músicos consagrados y jóvenes talentos cobran lo mismo
Habla con pasión del Proyecto Argerich, que financia la entidad Banca Suiza Italiana (BSI). "Necesitaba encontrar un lugar en el que durante un tiempo músicos de todo el mundo se encontrasen para tocar piezas que normalmente no se escuchan en los auditorios. Piezas a veces complicadas y otras, no tanto. Un lugar de reunión de intérpretes consolidados y jóvenes talentos. En estas jornadas lo único que importa de verdad es la música". El instrumento que prima en este festival, que finaliza el próximo 1 de julio, es, por razones obvias, el piano. No en vano, vive una época dorada de intérpretes, estudiantes y aficionados y con un público que se acerca con pasión al repertorio.
El codirector artístico del festival, Carlo Piccardi, cree que "los artistas han sido capaces a lo largo de los años de identificarse con el espíritu del festival y que ello ha beneficiado a este para lograr una entidad propia". Picardi sostiene que sin la personalidad fuerte y misteriosa que posee Argerich habría sido imposible lograr que el festival hubiese seguido avanzando.
La pianista argentina elige cada año a los artistas a los que se invita a participar con una condición: cobrar todos la misma cantidad. "Es también una manera de demostrar que lo importante no es la cuestión económica, sino la aventura de encontrarnos para lograr un objetivo: seguir profundizando en la belleza de la música", puntualiza Argerich.
El festival finalizará con un homenaje al musical estadounidense,en el que se interpretarán piezas de George Gershwin, Richard Rogers, Leonard Bernstein y Duke Ellington.
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