Defender EITB

Se cumple ya un año desde que la nueva dirección de EITB tomara posesión de su cargo. El aterrizaje no ha sido fácil. Primero, por la crisis, la misma que ha hecho que la aportación del Gobierno vasco en forma de subvención directa al ente público (150 millones de euros) se haya visto reducida. Después, por las cifras de audiencia. En el último año, por ejemplo, el segundo canal de ETB ha pasado de ser uno de los preferidos de los vascos a ocupar la cuarta posición. Si en mayo de 2009 concentraba un 14,7% de la audiencia, ahora un 9,5%, mientras que ETB-1 ha bajado del 3,4% al 2%. Con este escenario de fondo, no pasan semanas sin que el PNV u otro partido interpele bien en comisión bien en sesión de control en el Parlamento al Ejecutivo de Patxi López o a los responsables del canal. Incluso el propio lehendakari ha reconocido recientemente que las audiencias revelan "que no lo estamos haciendo bien y eso nos obliga a hacer una televisión más atractiva". Los jeltzales insisten en que el ente autonómico está perdiendo estrepitosamente telespectadores y lo achacan a la "tendenciosidad de sus nuevos responsables" y al "viraje" en los contenidos y en la línea editorial.

La implantación de un Defensor en EITB representaría una voluntad de perfeccionamiento

En Euskadi, ocho de cada diez hogares tienen dos televisores. Y, a tenor de las cifras, si analizamos, por ejemplo, los últimos informes de Sofres del mes de mayo, comprobaremos, por ejemplo, que el consumo de televisión en el País Vasco se ha mantenido respecto al mismo periodo que hace un año. Cada ciudadano ve la pequeña pantalla 227 minutos al día, aproximadamente lo mismo que la media nacional y que comunidades como Madrid. En los últimos tiempos y antes de operar la TDT, el conjunto de televisiones autonómicas ha captado un 17,3 % de la audiencia media total. Se han situado a poco más de dos puntos de TVE (19,6%) y más alejadas de las privadas Antena 3 y Tele 5. ETB, en concreto, ocupaba la tercera posición después de Canal Sur (Andalucía), con un 20,2%, y TV-3 (Cataluña), con el 19,6%. ¿Cómo han ganado hasta ahora este pastel de la audiencia? En la mayoría de los casos, el éxito se ha basado en una combinación de calidad y cercanía. que es lo que cuestionan ahora los jeltzales. Lo que no se puede olvidar tampoco es que en la actualidad sólo seis programas en el panorama nacional y autonómico superan el 20% de share. Triunfan el fútbol, la Fórmula 1, el motociclismo o las miniseries basadas en hechos reales. Como muestra, dos botones. El primero lo encontramos el 25 de marzo pasado con el partido Atlético-Athletic, retransmitido por La Sexta. En Euskadi cosechó un 27% de audiencia dejando a Vaya Semanita de ETB-2 en el 8,6%. El segundo ejemplo lo podemos extraer de los cinco programas más vistos en nuestra comunidad de un mes escogido al azar como puede ser febrero. De ellos, cuatro estaban relacionados con el deporte y con la ficción. Y en este último caso, el coste por capítulo en miles de euros en relación con la audiencia estaba justificado (1.942,20 para un 26,4% de share).

Si vamos más allá y echamos la vista atrás, hace ahora tres años, la Comisión de Control de EITB en el Parlamento vasco aprobaba diez recomendaciones para el ente público. El entonces nuevo contrato-programa de la radiotelevisión autonómica, fórmula pedida por la Cámara desde 1993 y puesta en marcha casi diez años más tarde, debía incluir entre los objetivos estratégicos el fomento de los valores cívicos, del respeto y la cultura de paz y de la defensa de los derechos humanos. Entre las otras recomendaciones estaba la obligación de que EITB encontrara una entidad externa e independiente que evaluase hasta dónde sus contenidos reflejan o no el carácter plural de la sociedad vasca. Y, además, difundiera programas de contenido cultural en horarios de alta audiencia; informara sobre la rentabilidad de la programación de modo desglosado y limitara la adquisición de productos ajenos. O sea, en una palabra, que pasara cada cierto tiempo lo que comúnmente conocemos como ITV. Sin embargo, lo fundamental en opinión de la comisión estribaba en reforzar y dar a conocer la figura y las funciones de lo que llamaba Defensor del Telespectador, pese a que ya lo dicta la propia Ley 5/1982 de 20 de mayo de Creación del Ente Público.

Tres años más tarde y para poner fin a estos dimes y diretes con trasfondo político, la presencia explícita, la implantación consensuada de un Defensor en EITB, representaría una voluntad de mejora y perfeccionamiento. Apuntaría a la consecución de dos objetivos indisolublemente unidos: el primero, lograr la excelencia profesional, o, lo que es lo mismo, el propósito explícito de autorregularse, de controlar su calidad y de poner para ello una figura independiente de cualquier departamento. Y el segundo, servir con eficacia al ciudadano. En buena lógica, cabe pensar que todo propietario, directivo o profesional de un medio desea ofrecer un producto de calidad superior que haga digna de singular aprecio y estimación a su empresa periodística.

En España, el diario EL PAÍS nombró al primer ombusdman o Defensor de los Lectores en 1985, sólo dos años después de que se instaurara la figura del Defensor del Pueblo, marco último de referencia de los departamentos que recogen las demandas de los administrados a las administraciones. Con el paso del tiempo, es el único medio que ha mantenido la figura de forma estable y su Estatuto ha marcado la creación de otros. Ha sido el caso del Consejo Audiovisual, encargado desde hace dos décadas de "garantizar la pluralidad y la independencia de las televisiones estatales, así como la mínima calidad de sus programas". O el de Canal Sur, un precedente en Europa. O el de RTVE hace cuatro años, con el nombramiento de Manuel Alonso como Defensor del Telespectador y del Radioyente, uno de los integrantes del comité de sabios encargado de elaborar la reforma del ente público.

Estableciendo un símil económico, el Derecho de Competencia europeo impone a las empresas que gozan de una posición de dominio en el mercado una "responsabilidad especial": preservar la competencia en el mercado, actuando "como si" carecieran del poder de elevar los precios por encima de sus niveles competitivos. Al fin y al cabo, que actúen con responsabilidad. Cuando se habla de usuarios desprotegidos ante los medios de comunicación, casi siempre se suele pensar en la televisión. Los medios, y en especial la pequeña pantalla, como es el caso de ETB, han tenido y siguen teniendo un papel esencial en crear y fijar estereotipos sociales. El acceso a su programación es fundamental para extender opiniones, ideas e informaciones. Lo que no aparece en televisión parece que no existe y lo que aparece se convierte inmediatamente en objeto de imitación y consumo, o en el caso contrario, de reprobación. De ahí su fuerza y la necesidad de regulación.

Andoni Orrantia es periodista.