Fracaso del atletismo
Dinamarca elimina con buen juego a la poderosa selección camerunesa
La ignorancia de ciertos entrenadores, la explosión muscular de los jugadores, y el añadido tecnológico de un balón elástico que rebota al mínimo intento de control, han salpicado el Mundial de partidos vertiginosos. La cadencia de los pases, el ritmo del juego, la nitidez de los controles, se han distorsionado tanto que los partidos se parecen muy poco a los de otras décadas. A los viejos aficionados les cuesta reconocer el deporte que se practica en encuentros como el de ayer, cuando Camerún y Dinamarca saltaron al campo. Estas disputas pueden ser divertidas para los no iniciados, pero para los mayores resultan un poco extrañas. Suelen empezar, como ayer, con dos contendientes pletóricos de energía y poder que se lanzan a buscar el área contraria a la primera, con grandes desplazamientos, carreras multitudinarias, choques inevitables, rodadas, balones divididos, saltos y remates que suelen irse al primer anfiteatro. Así comenzaron jugando Dinamarca y Camerún. Como el concurso fue de índole atlética, la lógica hizo que se adelantara el más fuerte. Camerún hizo el primer gol.
Poulsen y sus compañeros se equivocaron de libreto. En lugar de conservar la pelota y ensanchar el campo, resolvieron medirse a unos tipos que les doblaban en peso, potencia, resistencia y capacidad muscular. Dinamarca fue al choque y el partido saltó de área a área para entretenimiento de la concurrencia. Por el camino, los daneses comenzaron a sentirse asfixiados. En plena hiperventilación, el portero, Sorensen, se olvidó de las leyes fundamentales de su oficio y cometió la necedad de entregarle la pelota a Poulsen, rodeado por tres rivales en el balcón de su propia área. Poulsen se quitó la pelota del medio abriéndola a la banda y se la dio a Emaná, que centró a Eto'o.
Que Geremi se encargara de marcar los tiempos de Camerún explica ese aire de estampida que tenían las maniobras del equipo africano. Frente a la aceleración constante de su oponente, y puesto que no le quedaba aire, Dinamarca resolvió poner la pausa. No tiene jugadores brillantes, pero conocen su trabajo y resolvieron hacerlo bien. Poulsen tocó, Rommedhal se abrió a la derecha, Gronkjaer a la izquierda, Jorgensen apoyó entre líneas con la colaboración de Tomasson, y los centrales ofrecieron salidas limpias. A Camerún no le quedó más remedio que seguir corriendo en busca de un robo y un contragolpe. Corrió mucho. Incluso para los parámetros africanos. Poulsen concretó sus buenas intenciones con un pase con freno de 50 metros a Rommedhal. El extremo controló cerca de la línea de fondo, centró y Bendtner la metió con el exterior, venciendo a Bassong y a Hamidou.
El gol de Bendtner fue el principio de la agonía de los cameruneses. Sin orden ni pelota, los compañeros de Eto'o sufrieron un desgaste insoportable. Otro pase de Poulsen a Rommedhal fue resuelto por el extremo con un recorte y un remate de zurda al segundo palo. Camerún se quedó sin aliento y fuera del Mundial.
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